La lengua de los elfos

Las recientes adaptaciones cinematográficas llevadas a cabo por el director Peter Jackson, antes conocido por sus aportaciones a un cine más gore y de serie B con títulos como «Braindead» o «Mal gusto», u otras más comerciales como «Agárrame esos fantasmas», contribuyó a su manera a despertar ese deseo y ese interés latente que nunca había dormido y que gira alrededor de la obra del escritor J.R.R. Tolkien, más que conocido por su trilogía de “El señor de los anillos” y por otros libros que forman parte de su maravillosa creación literaria. Una mitología, un mundo mágico.

Pero mucho antes de ese éxito tan comercial a raíz de las películas el mundo de Tolkien había cultivado su propio mundo gracias a la imaginación y a las palabras del escritor. Bienvenidos a un mundo de letras.

Tolkien y las lenguas

El escritor J.R.R. Tolkien, desde muy pequeño, mostró un interés especial por las filologías y la lingüística en general. Muy joven ya sintió una fortísima atracción por la lectura: le atraían todos los libros que tuviera al alcance, desde las novelas artúricas pasando por las obras de mitología nórdica, los cuentos de hadas de Andrew Lang o la literatura fantástica de Lewis Carrol o George MacDonald. Y de hecho todas estas fueron claras referencias e influencias en su creación literaria posterior.

Sus estudios relacionados con las lenguas (desde galés medieval pasando por anglosajón, griego, latín, francés e incluso lenguas nórdicas) y con la lingüística y literatura de diversas tradiciones distintas fueron los cimientos de toda esta estructura de fantasía y magia que nos ha dejado como legado.

En su niñez, junto a su hermano, demostró su capacidad creativa creando lenguas basadas en símbolos y dibujos, capacidad que evolucionó y enriqueció posteriormente con sus estudios y su enorme ambición autodidacta. Y esa ambición y deseo son los que han permitido que podamos tener entre nuestras manos gramáticas como esta, como la del quenya de sus Elfos.

El origen de la lengua élfica

Los Elfos nacieron como los primeros habitantes de Arda, su tierra, para ser los primeros pobladores eternos de sus escenarios, bajo la atenta mirada de Eru y el resto de los Valar, las divinidades hacedoras en Arda de la voluntad divina del demiurgo tolkieniano.

Tal y como su nombre indica, quendi, los Elfos son «aquellos que hablan». Para la raza que primero poseyó el don de la palabra Tolkien creó dos lenguas, el quenya y el sindarin: ambas poseen un origen parecido, pero son diversas las características que, al cabo del tiempo, las convirtieron en lenguas completamente distintas.

El sindarin fue la lengua que los Elfos llevaron desde la tierra de los Valar, Valinor, hasta la Tierra Media, y allí evolucionó velozmente debido al contacto con el resto de lenguas de las otras razas que poblaban la Tierra. A partir del sindarin nació, por ejemplo, el oestron, la lengua común para todas las razas de Arda.

El quenya, en cambio, era la lengua usada por los Altos Elfos, es decir, aquellos que no cruzaron el mar y se quedaron junto a los Valar en las Tierras Imperecederas. Esta lengua es casi exclusiva de los Elfos y los Valar, y no llegó a la Tierra Media hasta que alguno de estos Elfos cruzó el mar y se relacionó con miembros de otras razas. La llegada del quenya a la Tierra Media supuso el receso del sindarin y la instauración del quenya como lengua de culto de Arda, del mismo modo que el latín clásico lo era en la época de auge del Imperio romano.

Poemas, canciones y otro tipo de textos nos confirman la validez y la importancia del quenya tanto dentro como fuera de la mitología tolkieniana.

Pequeños apuntes sobre el quenya

Para nada mi intención es que todos acabéis el día dominando a la perfección esta lengua, algo que yo no he logrado ni lograré nunca. Mis nociones son mínimas, y el conocimiento que tengo de ella proviene de un proceso de aprendizaje completamente autodidacta.

Pero es una lengua totalmente desconocida para aquellos que no conocen la obra de Tolkien, o para aquellos que sí la conocen y no han deseado profundizar más en lo que esa mitología supone. Los “tolkiendili” (palabra formada por el morfema Tolkien, más los sufijos “-dil” –seguidor- e “-i”, para formar el plural) o seguidores de Tolkien, entre los que me encuentro de manera modesta y discreta, que han querido ir más allá de las palabras y los textos de Tolkien hemos hallado en este tipo de obras “externas” a la mitología un camino más angosto hacia las escrituras del Bardo y una manera de acercarnos más si cabe a su creación.
Volviendo al quenya de Tolkien, cabe decir que se trata de una lengua flexiva, como también lo son el griego o el latín, aunque es remarcable la similitud existente entre esta última y el quenya de Tolkien.

A pesar de que Tolkien empezó a desarrollar con ahínco algunas de las lenguas de su reino, el quenya fue la lengua en la que el escritor i filólogo británico más trabajó. La lengua, como tal, posee su propio conjunto de normas gramaticales, usa declinaciones para la funcionalidad de los elementos dentro de la oración, tiene unas características fonéticas y un vocabulario propio…

El quenya usa una serie de declinaciones del mismo modo que lo hace el latín o el finés, y es, por lo tanto, una lengua flexiva. La flexión consiste en el uso de terminaciones o lexemas que nos aportan información de caso, es decir, de función dentro de la oración (sujeto, objeto directo, complemento circunstancial…). Tolkien se interesó de manera especial en el estudio de las lenguas, en la lingüística, y eso queda claro en la gramática que construyó alrededor del quenya. De hecho, una de las bases más sólidas de su cosmogonía y mitología son, sin duda, las lenguas que creó para dar palabra a sus seres.

El quenya también posee sus propios verbos, las desinencias correspondientes de persona, género, número y tiempo que nos permiten usar el verbo dentro del mundo del lenguaje quenya creado por Tolkien. La complejidad de esta lengua en comparación con el resto de lenguas de Arda nos muestra el interés y la implicación que su creador puso en ella. A parte de las declinaciones y los verbos, el quenya posee adjetivos en sus diferentes grados, pronombres (posesivos, personales, demostrativos, relativos e interrogativos), adverbios. preposiciones, conjunciones…

Son muchas las obras que se han centrado de manera exclusiva en el análisis y el estudio del quenya, una de esas pequeñas joyas para los amantes del universo de Tolkien… y también para los amantes de las lenguas en general.

El libro

Esta gramática de Baixauli es de acceso fácil para conocedores de la lengua y mitología tolkieniana y para todos aquellos que sientan curiosidad por ella.

Estructuralmente nos ofrece un índice accesible, con apartados relacionados con la gramática, la pronunciación de la lengua, la morfología y la sintaxis…

El autor también ha incluido las representaciones escritas (tengwar) y fonéticas de cada letra, unos diccionarios básicos quenya-español/español-quenya para empezar a familiarizarse con las palabras que conforman esta lengua y diversas tablas que resumen de manera sencilla las declinaciones, terminaciones de caso, tiempos verbales, pronombres y adjetivos posesivos.

El autor usa un lenguaje directo, asequible, al acceso de todos, que nos permite entrar sin miedo en el mundo lingüístico que nos propone… aunque pueda parecer una auténtica quimera y todo un reto.

El uso de ejemplos extraídos directamente de fuentes tolkienianas, de textos escritos originalmente en quenya por el autor, también nos ayuda mucho a situarnos a la hora de adquirir los conocimientos que se nos ofrecen en este libro. No todos los ejemplos propuestos son originales de Tolkien… algunos de ellos son creados de manera exclusiva para mostrar con claridad el uso de las distintas normas gramaticales o sintácticas.

Se trata de una gramática sencilla, llana, que no usa grandes elementos retóricos para explicarnos con claridad lo que se propuso explicarnos: cómo funciona la lengua de los Elfos, el quenya, creado para hacerlos merecedores del sobrenombre «aquellos que hablan».

Y… ¿qué opino yo?

Como amante de la mitología tolkieniana y de su universo ésta era una adquisición imprescindible para mi biblioteca de fantasía particular. Además, mi curiosidad y mi especial interés por las lenguas me llevaron a desear conocer más a fondo el quenya, una lengua que personalmente adoro por su musicalidad y por ser bellísima en todos sus aspectos.

Es una lengua suave, musical, nada áspera, lengua que de una manera u otra nos muestra la personalidad de los Elfos. Y yo, como siempre, no me podía quedar en la superfície… y decidí indagar más.

Aprender una lengua es un auténtico viaje, me atrevería a llamarlo incluso un placer. Aunque el viaje sea duro, arduo, complicado. Y bueno, las rarezas de una, que siempre se embarca en viajes raros y la mar de peculiares.

Este libro es altamente recomendable para todos aquellos que deseen profundizar en la lengua de los Elfos, y para todos aquellos que quieran comprobar hasta qué límites llegó la mente de J.R.R. Tolkien, probablemente el autor creador de la más maravillosa mitología literaria de todos los tiempos. Niphredil a sus pies, Bardo. Y un lamento en élfico para ti, estés donde estés.

¡Muchos besos y tenna rato, compañero!

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