Dune

Nunca hasta que leí este libro de Frank Patrick Herbert (y por ende el resto de la saga) comprendí que era eso del libro de cabecera. Al acabar con la saga, este libro volvió «misteriosamente» a mi mesilla (os juro que no está impregnado de melange y que no soy adicto a la misma.. jeje).

Recuerdo de pequeño haber visto la horrenda película que hizo David Lynch, y de faltarme tiempo para cambiar de canal. Pero lo que es la vida, años más tarde, hace relativamente poco, me encontraba yo paseando por unos grandes centros comerciales, y me dieron los ojos en el libro, y me quedé alucinado, y pensé como habría sido posible haber hecho una película tan mala de un libro tan «gordo», así que mordido por la curiosidad, decidí llevármelo.

Nada más abrimos el libro y nos ponemos a leer, sacan algo así como versos de una especie de biblia o libro religioso, y en ese momento te planteas cerrar el libro, pero no, decides darle una oportunidad, y es aquí donde viene el problema.

Digo problema, porque no recuerdo que un libro me haya enganchado, y menos de semejante manera. Y es que estamos ante un libro de ciencia ficción bastante curioso, y es que, por norma general, muchos libros de ciencia ficción que tratan de desvelarnos el futuro, lo hacen haciéndonos ver un mundo en el que impera una especie de tecnocracia, o en los menos de los casos, como mundos en los que se ha vuelto a la era de las cavernas. En Dune, el futuro, el universo, está conformado por humanos que han sabido marcar hasta donde se puede extender el uso, conciencia de la máquina y hasta donde puede hacer uso de ella el hombre, hasta el punto de que pese a existir artilugios extremadamente avanzados tecnológicamente, no se hace referencia o androides o inteligencia artificial.

Personajes y paisajes

Como hemos visto, futuro si, pero no al que estamos acostumbrados, pero Dune no se queda ahí, Dune tiene vida, y si algo ha conseguido Frank Herbert, que yo al menos no he sabido apreciar en otras obras, ha sido personalizar, individualizar y animar a los personajes, no son Juan que quiere a María, o Rodrigo que quiere ganar millones engañando a la gente, son un conjunto de personajes con sus miedos, temores, ambiciones, gustos, amores, vida y muerte, y lo mejor de todo, es que nosotros estamos ahí, de espectadores, viéndolo todo desde una posición privilegiada. La motivación que mueve a estos personajes es muy diversa, y las mismas que en la vida real, pero con un toque de fanatismo religioso por un lado y ambiciones materiales o políticas por otro lado, en combinación con intrigas amorosas, que contribuyen a dar a la obra un toque más humano y real.

No solo los personajes gozan de este grado de detalle, sino que los paisajes que se nos van mostrando también los podemos ver, tocar, sentir, agobiarnos en su calor, sentir su humedad, tropezar en con sus obstáculos. Una vez más actuamos de espectadores de lujo.

Desarrollo

En muchas obras, el desarrollo de lo que damos en llamar nudo de la obra (al menos a mi en el colegio me enseñaron eso de presentación, nudo y desenlace), es lineal, los acontecimientos son predecibles y efímeros, en Dune, todo tiene un porque, las cosas nunca pasan porque sí; como todo en la vida, todas las acciones y sucesos están motivados, nada está dejado al azar, y cualquier cosa que ocurre en el libro, tiene consecuencias, y eso, mezclado con todo lo que he dicho anteriormente, le da una consistencia y robustez al libro excepcional.

Trama

La trama en si, lo que mueve todo, no es otra cosa que el poder, por un lado están las Bene Gesserit, una orden de mujeres empeñadas en conseguir al varón que puede estar en todas partes (en el presente, pasado y futuro), ya que ellas, por si mismas, solo son capaces de viajar hacía atrás en sus recuerdos (y no solo en los de ellas, sino en los de generaciones que bien se podrían remontar a nuestros días).

Este hombre, a quien esperan controlar, es una de las claves del libro, el Kwisatz Haderach, al que llevan muchas generaciones intentando engendrar, emparentando para ello a sus hermanas con miembros muy importantes de las nobleza del universo y mismo con gobernadores planetarios, o con el mismísimo Emperador. Este niño, llega una generación antes de lo previsto, trastocando los planes de la hermandad.

Por otra parte, la mujer que lo ha engendrado, ha desobedecido las ordenes de su hermandad por amor (teóricamente un sentimiento prohibido dentro de las Bene Gesserit). Su padre es el Duque Leto Atreides, un hombre justo, enemistado desde muchas generaciones con los Harkonnen. Estos a su vez, traman un plan para exterminar al Duque y toda su familia, junto con el Emperador.

Todo el grueso de estas tramas se va a desarrollar en el planeta cuyo nombre recibe la obra Dune (termino fremen, o lo que es lo mismo, el nombre que dan los pobladores del desierto a su planeta), que se caracteriza por ser un planeta completamente desértico, con unos polos con concentraciones de hielo mínimas, y que es, no obstante, el planeta que más riqueza genera, puesto que de sus arenas sale la especia melange, la famosa especia, geriatrica, que retrasa el envejecimiento entre otras cosas, pero cuya cualidad más importante, es que contribuye de manera decisiva en la posibilidad de viajar a través del espacio «plegándolo», con lo que esto supone.

Opinión

Después… bueno, no, ahora que ya estáis un poco enterados de que va, creo que es el mejor momento para que le deis una oportunidad y leáis esta gran obra. Puede parecer muy compleja, pero para nada, la lectura se hace amena, divertida y entretenida.

Esta obra es el principio de una saga de otras cinco novelas que van continuando la historia, y que no os dejarán indiferentes.

Gran Fallo!!: que tiene un final…. (me refiero al final del sexto libro, pero para eso tendréis que llegar hasta allí).

Bueno, supongo que después de esto solo me queda deciros: «Bienvenidos al Universo Dune». Espero que os guste tanto como a mi (que mucho la verdad no me gustó, como podéis apreciar, jejejeje).

A finales de este año, 2021, se estrenará la nueva película de Dune, una nueva versión que promete.

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