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El maestro de esgrima


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Este año va a ser año de lecturas, creo que el tiempo de ocio va a tener que ser invertido en más lecturas y menos viajes. Pero no hay mal que por bien no venga, porque al fin y al cabo leer es en sí mismo lo más parecido a viajar, ya que te permite descubrir universos diferentes, meterte en la piel de nuevos personajes amigos, vivir nuevas aventuras, descubrir nuevos lugares… y todo eso sin moverte de dónde estás. Es la manera más barata de hacer un viaje y disfrutarlo, así que tal y como están las cosas, me parece que éste va a ser más que nunca un años de lecturas.

La verdad es que entre el Bookmooch y algún libro que me han traído los Reyes Magos, tengo unos cuantos libros pendientes de lectura; libros que nunca he leído antes. Sin embargo, hacía tiempo que tenía ganas de releer «El maestro de esgrima», de Pérez-Reverte. Curiosamente todos los libros que leí con fruición a lo largo del 2008 era la primera vez que los leía, no releí ninguno. No es que relea mucho, ya que creo que me quedarán tantos miles de libros sin leer que a veces volver a releer sobre lo mismo es quitarle la oportunidad a un libro nuevo que merece ser leído; sin embargo, a veces apetece releer un libro que nos gustó en su momento y que desde entonces ha pasado mucho tiempo. Y eso es precisamente lo que me ocurrió con «El maestro de esgrima», tenía ganas de volver a releerlo, ya que me había quedado un buen sabor de boca cuando lo leí allá por el año 1998, y más de diez años después, me apetecía releer las aventuras de Don Jaime de Astarloa y revivir las aventuras desarrolladas durante el intrigante reinado de Isabel II y los lances y disputas que asolaban el Madrid de esa época.

Además, Reverte sigue siendo uno de mis escritores de cabecera, aunque he de reconocer que con el tiempo ese puesto lo ha tenido que compartir con otros como Auster, Almudena Grandes, Matilde Asensi… Aún así, sigue conservando su puesto, más por lo que significó en su día en mi mundo bibliográfico que por lo que hoy por hoy pueda significar. Así que, estaba decidido, había que releer El maestro de esgrima, y cuanto antes mejor.

El escritor

En primer lugar tengo que declararme fan absoluto de Pérez-Reverte, me parece un escritor realmente bueno. Mucho se ha dicho de él y de su prosa fácil de leer que algunos tachan de falta de estilo, pero a mí me parece todo lo contrario. Los libros de Pérez-Reverte normalmente son realmente entretenidos y eso hace que el lector los devore de principio a fin (luego indicaré qué libros son así y cuáles no lo son). Además de no aburrirte y entretenerte, lo que no se le puede negar a este escritor es la gran documentación histórica que tienen todos sus libros, y esto hace que además de entretenerte, aprendas muchas cosas nuevas. Por ello, mi opinión al respecto de los libros de Pérez-Reverte y específicamente de sus novelas, no puede ser más que favorable, he pasado momentos realmente buenos entre sus páginas.

Curtido reportero de guerra y de conflictos varios su cara se hizo familiar en los telediarios de los ochenta y principios de los noventa. Después colgó los micrófonos y las cámaras y comenzó a desarrollar su carrera como escritor. Entre sus obras hay libros de muy diversa índole: desde su colección de relatos («Obra breve 1 y 2») pasando por la recopilación de sus artículos de prensa dominical (el primero de ellos titulado «Patente de Corso», el segundo no lo recuerdo); «Territorio Comanche» que es una reproducción de sus vivencias como reportero de guerra, su conocidísima saga de las novelas del Capitán Alatriste, llevadas recientemente al cine («El Capitán Alatriste», «Limpieza de sangre», «El sol de Breda», «El oro del Rey», «El caballero del jubón amarillo» y hasta ahora la última entrega «Corsarios de Levante», aunque se esperan al menos tres partes más); sus libros de ensayo («Cabo Trafalgar» y «El pintor de batallas») y sus novelas («El Club Dumas»,»El Maestro de Esgrima», «La Tabla de Flandes», «La piel del tambor», «La Carta esférica» y «La Reina del Sur»). Creo que sólo me dejo dos libros que no pueden incluirse dentro de las clasificaciones anteriores, que serían «El húsar» y «Cachito».

Yo de Pérez-Reverte me lo he leído todo a excepción de «El Pintor de Batallas» y su segundo libro de recopilación de artículos en prensa, que como dije antes no recuerdo su nombre. En cuanto al resto de sus libros creo que todas sus novelas merecen la pena ser leídas, ya que cada una de ellas tiene algo interesante y único. Con el término «novelas» me refiero a las que me he permitido la licencia de tipificar como tales en el párrafo anterior. Personalmente creo que las tres mejores, o al menos las tres que a mí me han gustado más son sin duda «El Club Dumas», «La Carta Esférica» y «La Tabla de Flandes», además por este mismo orden. De hecho, creo que «El Club Dumas» es una obra de lectura casi obligada para todo el mundo, para mí la mejor novela de Pérez-Reverte y además la que me enganchó al universo revertiano. «La Carta esférica» es también una obra magnífica, que recomendaría a todo el mundo; el problema que yo tuve en mi caso es que cuando la leí ya había leído casi toda la obra de Pérez-Reverte, por lo que en la quinta página estaba segura de cómo acabaría, y no me equivoqué.

En cuanto al resto de las obras escritas por Pérez-Reverte hay de todo. La saga de Alatriste está bien, o mejor dicho estaba bien al principio; lo cierto es que la primera entrega es del año 1996, y los que llevamos desde esa fecha leyéndolo ya estamos un poco hartos, porque a este paso pasarán veinte años hasta que los terminemos, y eso de la canción de que «veinte años no es nada…» pues en fin, ya ni te acuerdas de lo que leíste hace diez, te terminas perdiendo.

Tuve una época en la que tenía a Pérez-Reverte como escritor de cabecera, esa parte de mi vida ya pasó, pero sigo teniéndole en alta estima, y especialmente a sus novelas. Reivindico el derecho al lector de pasar un buen rato y ya de paso aprender, sea la prosa fácil o sea cómo sea. De hecho, nada tengo en contra de la prosa elaborada ni muchísimo menos, pero el estilo directo, ágil e incluso mordaz de Arturo Pérez-Reverte me gusta; me gusta su forma de analizar las situaciones, de desarrollar las historias, de documentarlas. Me gusta su obra al fin y al cabo, con las matizaciones que he dicho y las preferencias, claro está.

El contexto histórico de la obra

Una de las cosas que ya de por sí hacen apetecible esta novela es el contexto histórico en que se desarrolla. Corría el año 1866 cuando da comienzo la trama, a dos años del fin del reinado de Isabel II, una época por tanto repleta de turbulencias, intrigas cortesanas y aventuras. Isabel II era hija de Fernando VII y a la muerte de éste se produjo en España el enfrentamiento entre Carlistas e Isabelinos, ya que existía una Ley Sálica que impedía a las mujeres acceder al trono, razón por la cual el Infante Don Carlos, hermano del fallecido rey, reclamaba sus derechos dinásticos. Fernando VII murió en 1833 cuando su hija contaba únicamente con tres años, por lo que la regencia fue asumida por su mujer y madre de Isabel II, María Cristina hasta 1840. En esa fecha Isabel II seguía siendo menor de edad y la regencia fue asumida por el General Espartero entre 1840 y 1843. En 1843, Isabel fue declarada mayor de edad a sus trece años y coronada como Reina de España, y a los tres años, se arregló su matrimonio de Estado con Francisco de Asís de Borbón, Duque de Cádiz (conocido popularmente como «La Paquita»). Es de sobra conocido que Isabel odiaba a su esposo y primo y que tuvo aventuras amorosas con diversos miembros del ejército, políticos y nobles.

Isabel II sería conocida como «La Reina de los Tristes Destinos», tras su exilio en 1868 en Francia, país que la vería morir más de treinta y cinco años después, comenzado ya el siglo XX. En 1868 tras el triunfo de la revolución llamada «La Gloriosa» Isabel II inicia el exilio, y dos años después, en 1970, abdicaría en favor de su hijo Alfonso, quien ascendería al trono español con el nombre de Alfonso XII. Pero lo que nos interesa analizar es el reinado de la propia Isabel II y los condicionamientos históricos y sociales que se dieron durante el mismo y que sirven de telón de fondo para la historia narrada en «El maestro de esgrima».

El reinado de Isabel II se caracterizó porque en él la monarquía cedió mayor poder político al Parlamento, pero se pusieron continuas trabas a la participación del pueblo. No fue un reinado democrático, sino que se caracterizó por un falso liberalismo, una continua corruptela política y caciquismo, con pronunciamientos militares que llevaron consigo cambios políticos. Además, la reina fue manipulada por las camarillas de la Corte y especialmente por el Padre Claret y Sor Patrocinio, interfiriendo continuamente en la política de la nación, una de las razones por las que finalmente terminó desencadenándose «La Gloriosa». Fueron años turbulentos, con intensas crisis económicas en un país que de algún modo comenzaba su propia revolución industrial y se desarrollaba la colonización de muchos territorios, que llevarían a varias guerras.

El reinado de Isabel II se caracteriza por un intento constante de modernizar España. Dentro del total de los años en que Isabel II se mantuvo en el poder, debemos diferenciar varias etapas.

Tras unos inicios no exentos de polémica, se produce el periodo denominado como «Década moderada» (1843-1853), dentro de la cual se promulga la Constitución de 1845, que establece un modelo de soberanía compartida entre el Rey y las Cortes y sucederían hechos históricos destacables como la Desamortización de Mendizábal y la sucesión constante de Presidentes del Gobierno en un período tumultuoso e inestable (Narvaez, Bravo Murillo, O’Donnell…).

A esta etapa le sucedería el conocido como «Bienio Progresista» que se inicia con la recuperación de la Presidencia por parte de Espartero, quien había sido regente antes de que Isabel II accediese al trono. Espartero tuvo que nombrar Ministro de la Guerra a O’Donnell que fue construyendo la «Unión Liberal» mientras estuvo en el gobierno.

La llamada «Unión Liberal» está constituida por el acceso de O’Donnel a la Presidencia del gobierno en 1858, consiguiendo el gobierno más estable de todo el reinado. Hasta 1861 las cosas irían razonablemente bien, pero a partir de esa fecha volvió a reinar el constante cambio político, que trajo de nuevo la inestabilidad a todos los niveles. En este período de inestabilidad político, económico y social es donde comienza y se desarrolla la trama de «El maestro de esgrima».

El maestro de esgrima

El relato de esta novela de Reverte arranca en 1866 y finaliza en 1868, el día en que la Reina Isabel II abandona España camino de su exilio francés. En ese intervalo de tiempo, todo el país vivía una crisis constante, ataques políticos, crisis económicas, una sociedad turbulenta que se debatía entre el espíritu conservador encarnado por el ya fallecido Narváez y que hoy continúan sus seguidores y los movimientos liberales cuya cabeza ostenta Juan Prim desde su exilio londinense. Todo eso es historia, el día que Prim desembarcó en Cádiz y dio un golpe de Estado sobre la corona que ostentaba la Reina Isabel, una reina poco querida por el pueblo a esas alturas de su reinado, tan malquerida como lo fue su padre Fernando VII y los recelos que el pueblo tenía hacia su hijo el Infante Alfonso, quien con el paso de los años, tras el reinado de Amadeo I de Saboya, y muchas otras vicisitudes históricas y políticas alcanzaría un reinado corto en el tiempo como Alfonso XII.

Este contexto histórico resulta fundamental en la novela de Pérez-Reverte, ya que todos los protagonistas de la trama tienen relación directa con el contexto histórico y las convulsiones políticas y sociales que se vivía en ese momento.

Jaime Astarloa es el Maestro de Esgrima, el protagonista de la historia. Es uno de los pocos maestros de esgrima que aún persisten en Madrid, un arte ya antiguo y en desuso es una sociedad en la que los lances de honor dejan de realizarse a florete y son sustituidos por armas de fuego. De hecho, dicen que es el mejor maestro de toda la capital de España. Pero la crisis económica y política hace que la tanto Don Jaime como España en general hayan vivido épocas mejores. Jaime de Astarloa en un caballero, no tiene pronunciamientos políticos y vive en el corazón de un Madrid convulso pero sin involucrarse en él. Su vida transcurre entre su estudio de la calle Bordadores (justo al lado de la Iglesia de San Ginés), sus visitas a sus escasos alumnos, sus paseos por el centro de Madrid y sus tertulias en el Progreso. Pero en el fondo, Astarloa es un conservador que no suele acoger precisamente con los brazos abiertos los cambios, y mucho menos si se refieren a la esgrima, un arte que practica desde la perspectiva clásica de la esgrima francesa, de la que él aprendió sus técnicas. Con el paso de los años, además de las clases que imparte más para subsistir que para otra cosa, sigue buscando la estocada perfecta, imparable para cualquier contrincante.

En mitad de esa vida tan tranquila de la que disfruta el Maestro de Esgrima, un buen día desembarcará en sus días sin preaviso la figura de una mujer: Adela de Otero. Ella querrá que el maestro le enseñe su más famosa estocada, la de los doscientos escudos, pero Astarloa, fiel a la tradición, se niega en principio a dar clases a una mujer, ya que la esgrima es un arte para hombres. Ni él mismo podrá creerse que Adela de Otero es una esgrimista fantástica, mejor que todos los alumnos varones que ha tenido hasta el momento, y finalmente accederá a los deseos de aquélla, dándole clases de esgrima y enseñándole su famosa estocada de los doscientos escudos.

El trío se formará entre Don Jaime, Adela de Otero y una tercera persona: el Marqués de los Alumbres, amigo y alumno del maestro de esgrima desde hace años, mujeriego y vividor impenitente. Un buen día, Adela mostrará un gran interés en conocer a Luis de Ayala, Marqués de los Alumbres, y ese encuentro se llevará a cabo a través de Astarloa, una vez más reacio a la petición de Adela de Otero pero que también una vez más terminará accediendo a ella. A partir de ese momento, el noble y la misteriosa Adela (de la que casi nada se sabe) comenzarán una relación personal, quedando Astarloa es un segundo plano como personaje secundario, pero los acontecimientos se irán desarrollando de manera precipitada, en medio de la profunda convulsión política reinante. Es el verano de 1868, la Reina Isabel II veranea en el norte mientras España se tambalea; se rumorea que Prim está a punto de desembarcar procedente de su exilio londinense para hacerse cargo de las riendas del país y expulsar a la monarquía y convertir España en una República. Seguidores y detractores se enfrentan en la sombra, hay chantajes, lances de honor, puñaladas por la espalda… y de nada de esto terminará siendo ajeno Jaime Astarloa, quien siempre se ha mantenido al margen de todo pero que por las circunstancias se verá inmerso sin quererlo en el centro del ojo del huracán, justo lo contrario a lo que él siempre ha buscado.

Los personajes

Existen diversos personajes, algunos históricos y otros no, que habitan entre las páginas de «El maestro de esgrima», pero principalmente debemos centrar nuestra atención sobre los tres personajes principales.

JAIME DE ASTARLOA. El maestro de esgrima es un hombre honrado, probablemente el último hombre honrado que siga viviendo en Madrid. Sigue buscando la estocada perfecta para poder plasmarla en un tratado que pase de generación en generación, y mientras sigue viviendo una vida más o menos tranquila en medio de la vorágine que vivía España en aquel momento. Astarloa es un hombre de costumbres, con un pasado en Francia e Italia que se ha empeñado en enterrar. Su vida, como dije antes, transcurre entre su estudio de la calle Bordadores, sus paseos por el viejo Madrid, sus clases de esgrima y su tertulia en el Café Progreso, en el que conoceremos a su grupo de tertulianos, entre los que podemos encontrar un monárquico y un liberal que continuamente se pelan, ante la mirada del resto de los contertulios, que suelen abstenerse bastante en cuanto a ideas políticas se refiere. Astarloa es un caballero chapado a la antigua, cuyas ideas y su forma de vida no tienen mucha cabida en la convulsa sociedad en que le ha tocado vivir, pero aún así vive más o menos sin problemas hasta que se cruce en su vida Adela de Otero, bellísima e intrigante mujer de la que se enamorará, siendo en ese momento donde comiencen todos sus problemas, aunque él no lo sepa.

ADELA DE OTERO. Nadie sabe nada de esta enigmática y misteriosa mujer de aspecto aristocrático, que se ha instalado en Madrid en un piso de la calle Riaño sin que se le conozca relación alguna, familia o pasado. El maestro de esgrima descubre que tiene grandes conocimientos de esgrima procedentes de la escuela italiana, razón por la que presupone que ha vivido en Italia. Pero Adela de Otero, además de revelarse como una maravillosa esgrimista, no desvela nada de su vida ni su pasado, lo que multiplica su misterio (no quiero revelaros nada pero su pasado tiene mucho que contar y que descubrir a lo largo de la novela). Adela de Otero es una mujer bellísima, pero también de armas tomar, con muchos secretos y muy peligrosa, mucho más de lo que ninguno de los hombres que la rodean pudiera a adivinar, y precisamente ésa será la perdición de todos ellos de una u otra manera.

LUIS DE AYALA. El Marqué de los Alumbres es uno de los nobles calaveras más notables de Madrid, quizá incluso el mayor de ellos. Vive en una lujosa residencia frente al Parque del Retiro, donde recibe cada mañana la visita de Astarloa, con quien comparte diariamente sus sesiones de esgrima. Luis de Ayala frecuenta diversas compañías femeninas, y una de éstas termina siendo la propia Adela de Otero, y aunque él intuye cuáles son las razones del acercamiento de ésta a su persona, no es capaz de controlarlas como él al principio pensaba. Aunque pudiera parecer que este personaje no tiene mucho que ver con la historia, guarda más secretos de los que parece bajo su careta de noble calavera y arruinado cuyos principales fuertes débiles son las mujeres, el juego y por supuesto la esgrima.

Mi análisis de la obra

Curiosamente, esta novela es mucho más corta que el resto de las novelas de Reverte (a excepción de «El húsar» y «La sombra del águila», que más que novelas parecen relatos largos. Si se la compara con cualquiera de las otras resulta mucho más corta, apenas doscientas sesenta y ocho páginas (al menos en la edición que yo tengo), que la hacen una lectura ideal para una fría tarde de invierno. Además, la historia por supuesto es realmente buena y engancha hasta saber cómo acaba todo, qué termina ocurriendo, qué secreto guarda en realidad la bella y enigmática Adela de Otero… Yo era la segunda vez que leía esta novela y tenía un vago recuerdo de su argumento, pero aún así no recordaba prácticamente nada, a excepción de la escena final, que no es poco. Supongo que muchos habréis visto la película, yo también la vi hace muchos años, pero su recuerdo aún me resultaba más lejano que el del libro. Aún así, he disfrutado muchísimo una vez más de la lectura de «El maestro de esgrima», que sin duda os recomiendo.

Las novelas de Pérez-Reverte para mí tienen dos ventajas fundamentales: su prosa fácil y concisa que hace que te enganchen desde el principio y lo excelentemente bien documentadas que están. Me consta que Arturo Pérez-Reverte invierte años en documentarse antes de escribir cualquiera de sus novelas, razón por la que además de pasar un buen rato, cuando lees cualquiera de sus escritos, aprendes mucho, sobre todo historia. Releer «El maestro de esgrima» me ha proporcionado la oportunidad de pasar un buen rato, recordar la estupenda historia que se narra en este libro, releer a Pérez-Reverte en estado puro y además aprender y recordar uno de los turbulentos capítulos de la historia de nuestro país, el reinado de Isabel II.

El Madrid de mediados del siglo XIX seguía siendo en cierto sentido un Madrid de capa y espada, diferente en forma al Madrid de Alatriste, pero no en el fondo. Siguen existiendo las mismas afrentas, las mismas convulsiones políticas, la misma crisis económica, aunque algo más sereno que en los siglos anteriores lógicamente. Aún así, el momento histórico que se narra en «El maestro de esgrima» es apasionante, y la historia narrada en el libro no puede serlo menos. Es más corta que otras novelas de Pérez-Reverte, pero no por ello menos intensa. Sin duda su punto más interesante es el personaje de Adela de Otero, uno de los personajes femeninos más puramente revertianos de todos los que su autor haya creado. Personalmente, me encantan los personajes femeninos de Reverte, salvo excepciones suelen ser magníficos, y muchos mejores que los masculinos en general. No hay más que recordar a Irene Adler, la protagonista de «El club Dumas», o Julia la de «La Tabla de Flandes», o especialmente la inefable Tánger Soto, protagonista de «La Carta Esférica». Adela Otero es una de esas figuras, de esos personajes femeninos redondos con los que Pérez-Reverte nos agasaja, una mujer con miles de matices y recovecos infinitos, desconcertante, ambigua e intrigante a partes iguales.

Por todo ello, sólo puedo hacer una cosa, recomendaros la lectura de «El maestro de esgrima» y del resto de las novelas escrita por Pérez-Reverte. Os aseguro que pasaréis un buen rato, aprenderéis y disfrutaréis con su lectura. Y nunca dejéis de buscar la estocada perfecta, como hacía Jaime Astarloa, el maestro de esgrima, porque nunca se sabe cuando podremos finalmente descubrirla.


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