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American Psycho


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Lo reconozco: siempre he creído que el ser humano es antes malo por naturaleza que bueno. Como diferentes estudios neurocerebrales parecen indicarnos, en el lóbulo prefrontal es donde tenemos todos los mecanismos fisiológicos para que nos comportemos como seres sociales. Muchos asesinos múltiples, muchos seres violentos, muchos caníbales tienen dañada esa zona del cerebro y eso es lo que, al parecer, hace que actúen de una manera “asocial” y ataquen a individuos de su propia especie por un malévolo placer. Así pues, el asesinato puede verse como parte de esa maldad que tenemos pero que el lóbulo prefriontal se encarga de apaciguar. La literatura es un invento humano. ¿Será acaso de extrañar que ambas cosas, asesinato y literatura, vayan cogidas de la mano? Pues no y; de hecho, en relatos de ficción antiguos como son la Biblia o las “Mil y una Noches” aparecen asesinatos y asesinos como el mismo Caín.

Así mismo, son muchos los autores que han logrado la fama con relatos en los que (al menos) un asesinato era el desencadenante de toda la trama. Se hicieron famosos Agatha Christie, Sir Arthur Conan Doyle o Simenon. Pero normalmente estos asesinatos y asesinos no dejaban de ser tipos bastante normales que intentaban conseguir una herencia o se veían obligados a matar por la codicia. El asesinato estaba implícito en el escrito… Se asesinaba en la novela pero el lector, por norma general, no leía cómo era ese asesino: qué sentía, cuales eran sus metas en la vida, por qué lo hacía o, lo más importante, si disfrutaba matando. Eran asesinos, sí, pero no parecía que lo hicieran porque su enfermiza mente les llevará a maquinar torturas, violaciones, asesinatos, etc… El lector nunca tuvo la impresión de que nuestro asesino fuese un psicópata homicida, alguien cuyo trabajo o, peor incluso, su hobbie fuese torturar y matar. Eran tipos más bien normales en circunstancias algo desfavorables.

Quizá debido a la aparición de la televisión y la desensibilización mundial que teóricamente trajo; la literatura empezó a encontrar algo “sosa” esa visión de los asesinatos como un mero recurso en la trama para que algún astuto inspector buscarse entre los familiares y conocidos del muerto al que tenía un móvil para el asesinato. Así en muchos casos se empezó a dar más importancia a los asesinos y al asesinato. Aparecieron autores como Stephen King o algo después Thomas Harris que se ganaron el título que poseyeron en sus años mozos Poe o Lovecraft de escritores de “terror”. Ya en muchos relatos de King (por citar al autor más popular) se apreciaba cierto disfrute general con el asesinato o la tortura. “Misery” (una de las novelas realmente pasables de King) trataba el tema de la tortura y la protagonista tenía mucho de psicópata.

Pero para ser realistas en todos estos relatos faltaba algo. Faltaba un cierto toque mayor de sadismo, violencia… Faltaba la esencia misma de psicópata: saber qué opinaba él de todo este asunto.

El ciclo “Qué gran sociópata se pierde el mundo con mi muerte” tiene el gusto de presentarles: “Yo, un sociópata sin complejos”, un relato ficticio (aclaro esto para aquellos que ya me estén tomando por un tipo peligroso) cogido de la mano por el comentario a la novela de la que he venido a hablaros: “American Pycho”.

“Sinceramente llevo unos días de locos. No acierto a comprender nada de lo que me rodea… Ya me lo dijo Marcos, pero no pude creerlo. ¿No pude o no quise? Más bien creo (¿Estoy seguro de ello?) que le creí pero me obstiné en venir con Andrea, Elena y Juan a este local… De gente sucia. Andrea y Juan se conocieron hace 2 años o así en una especie de reunión o manifestación “pro-derechos-humanos” o algo así. Son muy “sociales” los dos y siempre están llendo a locales de “izquierdas” en los que si vas lavado te miran con cara rara. Si llevas ropa cara, te miran con desprecio. Si llevas el pelo corto (y limpio) les provocas nauseas. Si no fumas (y más si no fumas algún porro) te llaman remilgado. ODIO hasta la extenuación estos locales y, aunque Andrea entra en la catregoría de “chica buena” eso no compensa las charlas anarquistas que suelta se cuando en cuando. Elena se parece mucho más a mí (se lava todos los días y cuioda su aspecto) pero no tiene personalidad y si lo que está de moda ahora es venir a esta zona en la que los efluvios a amoniaco te obligan a respirar por la boca… Pues se viene y punto. Lo más importante de Elena es que parece una modelo no anoréxica. Grandes tetas, culo perfecto, no demasiado delgada, rubia y cara de adolescente (pese a que ya ha cumplido, como yo, los 25 años). He venido… Por ella… Literalmente.“

Sólo he leído una novela de Bret Easton Ellis y es ésta: “American Psycho”; la cual supongo que muchos conoceréis aunque sólo sea por la película que hicieron hace poco. Ignoro la mayor parte de la vida de Bret Easton Ellis y salvo por lo que al final del libro decían de él no sé nada más. Tiene unos 38 años y al parecer “ha logrado muchos éxitos tanto de crítica como de público”. Si sus anteriores novelas fueron éxitos lo ignoro, pero puedo asegurar que ésta sí que lo ha sido; quizá fomentada porque Bret es americano, la novela critica “The america’s way of life” y es una novela bastante violenta, ingredientes que convierten lo que sea en o un éxito o fracaso rotundo.

“Estamos en la entrada del Bar o local o cómo quiera que debamos llamar a este sitio. Esperamos a Juan que, para variar llega tarde.
-No, no el mayor problema con el que se encuentran los trabajadores es que el gobierno fascista que estamos viviendo nos está… – Esta es Andrea, me está soltando su discursillo debido a alguna cosa que probablemente he dicho, pero que ahora no logro recordar.
-Sí. Perdona que no haya pensado mis palabras- me disculpo con Andrea, pero mirando a Elena mientras que muestro una leve sonrisa.- Olvidalo.
-¿Olvidarlo? ¿Quieres que lo olvide como hace con nosotros la derecha capitalista que nos oprime, sólo nos deja trabajos precarios y mantiene que la huelga general fue innecesaria y que nadie la siguió?
Creo que empiezo a recordar cómo empezó ese monólogo…
-Yo sólo he dicho que por mi barrio todos los locales estaban abiertos, pude comprar el periódico- intento medir mis palabras para no empezar a decir algo que le ofenda… O peor, prolongue esta charla- Al trabajo fuimos todos…- ¡Mierda!
-Ya… Se me olvidaba que fuiste a trabajar en vez de defender tus derechos ante el…
Y si le rebano el cuello ahora con el cuchillo… ¿Seguiría hablando sin parar? ¿Seguiría defendiendo los derechos de los proletarios? ELLA, que está forrada tiene los cojones de venir a reclamar derechos y hablarme de los proletarios, cuando ella los conoce incluso menos que yo. ¿Y no has pensado puta comunista de mierda que podrías ceder tu palacete en el centro para que los apestosos ocupas celebren sus “encuentros sociales” allí? “

El protagonista de “American Psycho” es Patrick Beatman; un “yuppie”, perteneciente a la clase social alta. Es un tipo con dinero, con un gusto exquisito tanto para el vestuario como para la alimentación y que disfruta alquilando videos, en su mayoría, pornográficos o gore. Trabaja en “Pierce & Pierce” como inversor financiero, no crean que trabaja de zapatero; va al gimnasio a diario, sigue un régimen de comidas sano y cuida su cuerpo a la perfección. Es el típco hombre de negocios que parece seguir a rajatabla la máxima “Mens Sana in Corpore Sano” mientras que mantiene un alto nivel de vida entre limpiezas de cutis, masajes, Rayos Uva, cenas en locales de lujo, consumo de cocaína, trajes y complementos de vestuario caros, etc… Es además adicto al programa de Patty Winters y a “La Última Hora con David Letterman”. El primero debe de ser una especie de programa al estilo “El Diario de Patricia” sólo que con temas más jugosos (adolescentes lesbianas, tipos a los que le han quitado medio cerebro, asesinos de niños, etc…); el segundo es un “late show” al estilo americano de siempre (no TAN exagerados ni tan coprófagos como “Crónicas Marcianas” y con más ironía que vergüenza ajena). Patrck es, a todas luces un joven de 27 años, atractivo, con éxito y dinero… Es un ganador.

“Gracias a Dios justo cuando me empezaba a echar la mano al bolsillo interno del abrigo en el que guardo el cuchillo llegó Juan, apaciguando a Andrea ya que empiezan con los saludos que dicta el protocolo y a hablar de que, al parecer, dos calles más arriba hay una exposición vanguardista social de un amigo de Juan y nos pregunta si queremos acercarnos.
-No
-¿De Julio? Claro que queremos verla –Andrea
-Suena interesante- Elena
-NO- otra vez yo; ahora más fuerte esperando que alguien me escuche o, al menos, oiga
-Venga… No seas aguafiestas. Además luego entraremos en este local; solo nos llevará un rato y además lo que se recaude se destinará para una noble causa…- Juan insiste pese a que parece que ya está todo dicho y él sabía que le dirían que sí incluso antes de proponerlo.
-¿Vais a usar el dinero para renovar las filas del partido con los terroristas detenidos? –Sólo parece que a Elena le haya hecho algo de gracia lo que he dicho… ¿Está coqueteando conmigo?
-No son terroristas, simplemente los detuvieron injustamente por volcar unos contenedores en la “manifa” de antesdeayer. Juan, es que nuestro amigo el “importante”- Andrea dice esto como con retintin- lleva el día comportándose como un burguesito primermundista. Si no quiere venir que se quede aquí.
-Es que lo SOMOS, Andrea… ¿He de recordarte la de dinero que tiene tu familia? –Cada vez me da más pereza contestar a sus reivindicaciones demagógicas… Zanjemos este tema- Pero venga, vayamos a la… –muevo las manos en círculo, mientras que intento recordar el término exacto con el que Juan se ha referido a la exposición.
-Exposición vanguardista social- añade Elena mientras me coge del brazo- No finjas que no te has enterado- Sonrie con una mueca ligeramente maliciosa… Sí, coquetea conmigo.
-Como querais… Y los fondos es para la causa palestina- añade Juan como si REALMENTE la decisión la hubiesemos tomado nostros.
-Genial, subvencionemos a terroristas- le susurro a Elena en el oido mientras un tipo medio borracho nos ofrece algo y le aparto con la mano”

Quizá el único inconveniente en Patrick sea que realmente disfruta con la violencia y mutilación hecho que le aparta de la cordura. Beatman es el que nos narra la novela en primera persona. Es Patrick el que nos relata lo que ve, huele, escucha, siente, lo que mastica… Bret Easton Ellis hizo algo que, al menos por lo que yo recuerdo, no se había hecho antes: una novela narrada en primera persona por un psicópata. Así la acción no la narra (como es lo típico) por una especie de Dios inmutable que ve todo esde una tercera persona… La narra Patrick, un psicópata, un loco, un yupie. Durante unas 550 páginas actuaremos como unos psicópatas… O al menos nos dejaremos llevar por su realidad.

Este estilo de narración en primera persona se llega a romper en un fragmento de uno de los capítulos más interesantes de la novela “Persecución, Manhatan”. Este cambio de narración aparece sin más en mitad de una frase y vuelve a cambiar en circunstancias similares. Intuyo que esto no es más que un recurso del autor para dotar a este capítulo de la importancia y extrañeza que necesita. Sin contaros nada del libro os aseguro que es quizá el capítulo más importante y en el que al lector le hará dudar de lo leido y lo que leerá. No dejemos de lado momentos estelares como el fragmento en el que las tarjetas de trabajo de Patrck y sus compañeros consiguen crear más tensión y fuerza que muchas novelas supuestamente de terror.

“La exposición ha sido aburridísima, además al rato nos han pasado un cepillo agradeciendo cualquier tipo de aportación económica para “La Causa”. Yo me he reido a carcajadas y, por principios, no he dejado nada de dinero pero como Elena quería dejar algo y no tenía la cartera le he dado 50 Euros… Como nunca se los pediré, en el fondo, he colaborado con la “causa palestina”; lo que en vez de hacerme sentir mal lo único que ha conseguido es que me riera con más fuerza y que en le lavabo le digera a uno de los autores que su obra apestaba y que nadie con algo de gusto compraría la foto de una vieja con lepra a no ser que le gustara cascársela pensando en enfermedades.
Me costó algún trabajo convencer a Elena de que no fuesemos al local y que se viniera a mi casa; pero tras un par de frases ingeniosas y algo de coca la persuado para que nos vayamos. Eso sí, consigo que no nos vean salir juntos y que ella acabe diciendo que se va a su casa porque mañana tiene que levantarse pronto. Con con un simple: me voy; estoy eximido de dar más explicaciones.”

Un punto muy importante de la novela es que realmente llega a ser muy entretenida si es que a uno no le importa leer algún pasaje dedicado exclusivamente a algún grupo de música de los 80 o en su defecto de algún cantante Pop (“Genesis”, Whitney Houston y “Huey Lewis and The News”), largas enumeraciones de marcas de ropa y complemento más o menos conocidas o descripciones de sexo y violencia explícitos (y bastante… Descriptivos). Realmente es una novela muy poco recomendable si, por ejemplo, os horroriza leer sobre masacre. Quizá las enumeraciones de las marcas de ropa sea lo que resulte algo más pesado (si Tolkien se empeña en hablarnos del árbol genealógico de cada personaje; Ellis se empeña en hablarnos de su ropa) pero no hace que la lectura de la novela se haga pesada.

Como la contraportada de la novela dice, ésta ha sido una novela muy polémica, no sólo (supongo) por esos pasajes de violencia y sexo sino más bien por que en el fondo se encuentra una crítica bastante ácida y terrible hacia a la sociedad primermundiasta actual y, muy en particular, a la americana. Como ya he dicho Patrick pertenece a la clase adinerada de américa y vive en Nueva York (quizá este último detalle no lo haya dicho antes…). Pero no sólo él, el psicópata, es el criticado; los hilos de Ellis no se concentran sólo en Patrick un psicópata de clase alta, llegan hasta sus amigos (que supuestamente no están locos). En el grupo de Patrcik normalmente no se conocen los unos a los otros y confunden continuamente los nombres de cada uno. A Patrick le confunden casi siempre con otro. Además, al igual que casi nadie lee aquí opiniones completas, no se escuchan entre ellos y cada cual está pendiente sólo de sus intereses o, en el mejor de los casos, pendientes de aquellos que tengan más dinero que ellos. Aunque tampoco creais ahora que esto es una crítica social constructiva…

Pero sigamos con el relato aunque AVISO QUE CIERTAS DESCRIPCIONES Y FRASES DE ESTE FRAGMENTO DEL RELATO PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DE ALGUIEN

“-Muy bonita tu casa- me dice Elena mirándome a los ojos, como para parecer sincera.
-Ya lo sé… Recuerda que vivo aquí
Elena se rie, algo apagada. Está nerviosa, no quiere parecer desinteresada pero tampoco que me hace la pelota para acostarse conmigo. Adoro esa sensación que tengo ahora: una chica guapa que se quiere acostar conmigo pero no quiere parecer desesperada: si le digo que sí lo hará, si le digo que no, se irá.. Sé que soy muy atractivo y eso me gusta, me da seguridad y hace que pueda manejar la situación sin despeinarme ¿Seguiré bien peinado? Me miro algo asustado al espejo grande que hay en el salón. Sí, todo va bien entonces.
-¿Porqué no te desnudas y ya está?- yo no me corto en decirsdelo y ella se sonroja un poco pero no duda en quitarse el vestido.
Al poco, no recuerdo como pero estamos en mi cuarto. A ella parece que le gusta mucho pero yo no siento nada en especial… Quizá sea porque no recuerdo lo que ha pasado antes, no he podido disfrutar de los prolegómenos y el sexo sin más no me provoca tanto placer. Paro.
-¿Pasa algo?- Pregunta algo extrañada- ¿Cambiamos de posición?
Encogiendo los hombros, alargo la mano y cojo uno cuchillo que tengo debajo del colchón y mientras que se lo meto con cuidado en el ojo derecho (simplemente para sacárselo de la cuenca) le preguntó: ¿Te gustan los juegos?
El Chillido, el inevitable grito de aquél que sabe que va a morir y que se hace más intenso. Lamentablemente ella parece que no sabe que así es mucho más divertido para mí y que eso sí que me gusta de verdad. No me cuesta hacerle algunos cortes por todo el cuerpo, nada profundos, simplemente para que chille más. Mi casa está insonorizada, las ventanas abiertas (y vivo en el ático de un bloque de unos 20 pisos). Además yo tengo dos brazos operativos y ella uno ya que el derecho lo usa para evitar que el colgajo que antes era su ojo derecho termine por caer al suelo. La noqueo con facilidad y la dejo sin conocimiento.
Esto es lo mejor… El momento en el que se despierta y está atada. La saludo con la manita… Con su manita de hecho… Es gracioso pues tarda un rato en percatarse de que es su mano; entonces mira su muñón sanguinolento y grita… Suplica: “¡¡¡No me hagas daño por favor!!!” y lloros variados. Tras media hora que dedico a arrancarlñe las uñas de la mano que aún sigue en su brazo y un par de cortes en la cara para agrandarle la boca, le digo:
-Venga, perdona. Ya te puedes ir- Su cara se ilumina con una sutil esperanza. Esperanza de que no iba a morir ese mismo día. Empiezo a aflojarle las cuerdas mientras que me muestro muy arrepentido por lo que he hecho- Pero antes… ¿Eres capaz de cantarme “Barrio Sésamo” mientras que te abro en canal? ¿O prefieres soltar un trabalenguas mientras que te corto la pierna.?- Pese a que sonrie (yo al menos le veo los dientes…) parece algo extrañada y empieza a cantar entre lágrimas. Si dicción no es nada buena… Le corto una pierna con un cuchillo para trinchar…
Ná na ná. Na na ná… Gritos. Sangre. Vísceras que casi saltan de la caja torácica debido al cambio de presión. Dolor.
Me encuentro masticando carne, bebiendo sangre, estoy asando parte de sus costillas (prometí llevar mañana costillas asadas a mi hermana para comer con ella). Creo que uno de sus pechos me lo comí crudo con su grasa y sangre goteando mientras que Elena seguía consciente. El otro creo que lo he tirado por ahí… Junto al intestino delgado que, en efecto, mide cerca de 7 metros o, no… No sé, hay que limpiar esto. Resulta muy sorprendente lo pronto que se coagula la sangre, lo pronto que la carne toma un color morado oscuro. Resulta muy gratificante ver el provecho que se le saca a una miserable vida como la de Elena.
¿Y esto? La cabeza creo que puedo mandársela a alguien… No sé… Pero si ya son las 7 de la mañana; tendré que dasayunar algo… ¿Pantorrilla con huevos?
En mi agenda pone que tengo que llamar a Miguel para ir con él a comer… ¿Pero no comía con mi hermana?.”

Es difícil comentar más de lo que he dicho sobre la trama sin destriparla (a la trama… No piensen mal) pero aseguro que aunque no es que resulte muy sorprendente todo lo que ocurre, es una novela que se deja leer y cuya profundidad ya quisiera para sí tipos como Artuto Pérez-Reverte. No olvidemos tampoco que indudablemente Patrick está perturbado y que quizá no sea siempre lo más indicado fiarse de los consejos de un perturbado o de lo que él nos asegura haber visto.

Lamento si los fragmentos de este relato no han sido de vuestro agrado. Os indico que aunque intenta parecerse en cuanto a forma y fondo a lo que podéis encontrar en “American Psycho” no es ni tan bueno como la novela original, ni tan sádica, ni tan detallista. Tan sólo he intentado hacer un ligero paralelismo para que tengáis una ligera referencia con la novela original. Está claro que si ese relatillo os ha gustado la novela os encantará (mis dotes de escritor son mínimas) y aunque no os guste el relato es muy posible que la novela os guste. Quizá lo más recomendable al leerla es aparcar ciertos prejuicios, aparcar la conciencia y dejar de pensar. Lo mejor es que por un rato os adentréis en lo que puede que sea un psicópata, quizá algo burdo (no es refinado al estilo Lecter), quizá millonario (algo que no todo el mundo es) pero que pese a estar loco se muestra muy coherente en su forma de ser, que no actúa como un inútil y al que tampoco conoceremos a través de flashbacks y que no nos dirá en ningún momento alguna explicación de porqué le gusta tanto torturar, masacrar o mutilar; lo cual sin duda hace que sea un personaje con interés que es, a fin de cuentas, lo que uno desea que sea el protagonista de un libro.


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