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Cinco cerditos


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Qué raro que venga a hablaros de una nueva novela de Agatha Christie, ¿verdad? Pues sí, aquí estoy de nuevo con este último libro que he leído, me he animado con él, arriesgándome a parecer una pesada con la colección de la Christie.

Este libro ha sido una especie de entremés al que me estoy leyendo ahora, la segunda parte de “El nombre del viento”, un tochito de más de 1.000 páginas, de ahí que decidiera hacer un calentamiento neuronal con una novela ágil y corta.

Llevaba tiempo detrás de leer “Cinco cerditos” que, irremediablemente me recordaba por su nombre a “Diez negritos”, pero que por falta de tiempo fui dejando.

Le estoy sacando partido a la colección de la Christie, como libros a modo de entremeses son geniales y me sirven para cambiar el chip.

Cierto es que el anterior a este ha sido el de Mary Higgins Clark, que podría decirse que es la sucesora (a grandes rasgos) de Agatha Christie, vamos que no he cambiado mucho el estilo, pero ya sabéis, estos libros me atraen como la miel a las moscas.

Nada nuevo bajo el sol

Tanto he opinado sobre la autora, que poco más puedo añadir, aún así os contaré que durante la década de 1950, Agatha Christie alternó expediciones arqueológicas por el Próximo Oriente con la publicación de nuevas novelas y el estreno de comedias nacidas para batir cualquier record. De hecho, la dicha de Agatha residía en estar casada con un arqueólogo, ya que, cuando más envejecía ella, más interesantes resultaba para su esposo.

Si su imaginación le permitió siempre crear una historia a partir de cualquier cosa, como por ejemplo en su novela “Asesinato en el campo de golf” que surgió de un abrecartas que tenía, se le unieron entonces los recursos técnicos y ya sabía lo que el público esperaba de ella.

No hace falta decir que obras como “La Ratonera” se convertiría en la más representada ininterrumpidamente de la historia del teatro inglés. En cartel desde su estreno en 1952 hasta hoy, es una obra millonaria, por la que su autora no cobró nada, pues cedió los derechos a su nieto, que el día del estreno contaba ocho años.

 

Argumento

En este caso el argumento es distinto al que viene ocupando las obras clásicas de la autora. No hay un asesinato en presencia del lector y una posterior investigación, sino que se recurre a Poirot para investigar un asesinato que ya ha sido (supuestamente) investigado y juzgado, con un culpable claro.

Hay un cambio en cuanto a la tónica general de la autora que utiliza el paso del tiempo para presentarnos los hechos de modo retrospectivo y de ahí indagar en todos aquellos personajes que en su día fueron rechazados de plano como sospechosos.

Me ha gustado mucho este nuevo enfoque en una novela de la autora, puesto que como sabéis la leo a menudo y la fórmula que emplea es prácticamente igual en todas sus obras, de modo que ha sido como redescubrir una nueva Christie, si me permitís la exageración de la expresión.

Obviamente, el hecho de investigar un asesinato que ha ocurrido hace dieciséis años le pone su punto a la historia porque (a mí, al menos) me resulta más compleja su resolución.

Poirot dirigiendo la orquesta

De nuevo será Poirot el que dirija el cotarro en la novela. Como este pequeño detective belga, maniático y pulcro, de ojillos traviesos y mente despierta, no necesita presentación, os diré que con el paso del tiempo, Poirot me va pareciendo más humano y menos arrogante.

Será que le he cogido cariño, pero ya no me resulta tan estirado como en las primeras novelas donde lo descubrí, sigue siendo perspicaz y astuto, pero ya no es el señor con bigote que lo sabe todo. Agradezco que mi visión haya cambiado en ese sentido, sé que hay muchos lectores que no soportan a Poirot, en mi caso, me he habituado a sus métodos y a su forma de ser y no puedo negar que me cae bien.

También es cierto que en esta novela Poirot no sobresale en exceso, aún siendo el protagonista indiscutible. Nos centramos más en aquellas personas que se descartaron en su día como sospechosos, pero que en la actualidad cobran fuerza y protagonismo, siendo el detective un mero director de orquesta.

Por eso, no rechacéis la lectura de esta historia por la presencia del pequeño detective, pues sigue estando presente su personalidad, pero de modo mucho más sutil y llevadero.

Los personajes

Ya sabéis que en las historias de Agatha Christie hay muchos personajes, como en toda novela policíaca que se precie (por lo menos en las suyas), siempre debe haber unos cuantos personajes para que el lector se devane los sesos y averigüe por su cuenta quién es el asesino.

Esta no es una excepción, aunque la cantidad de personajes es bastante reducida en comparación con alguno de sus otros libros.

Para ponernos en antecedentes, la autora nos presenta el punto de vista del juez que juzgó el caso y condenó a cadena perpetua a la mujer del pintor envenenado. También se nos muestra el punto de vista del caso del fiscal que participó en el juicio, así como el del superintendente de policía (en la actualidad jubilado), el del procurador y del abogado defensor de Carolina Crale, la acusada.

Con los hechos narrados por todos ellos, tendremos una visión clara de lo que pasó el día del asesinato y nos podremos en antecedentes.

A partir de aquí comienza la investigación real de Poirot, que irá entrevistándose uno por uno con todos aquellos que estaban en el lugar del crimen el día que se cometió.

Tenemos en primer lugar a Carolina Crale, la juzgada como asesina de su marido Amyas Crale, y que falleció en la cárcel años atrás. Aunque no es un personaje presente físicamente, sí es fundamental para la resolución del caso, de hecho es prácticamente la protagonista junto con Poirot.

Todos la creyeron culpable en su momento y años después a nadie le cabe ninguna duda de que fue ella la que mató a su marido. Su personalidad, tal y como la describen el resto de personajes, no deja lugar a dudas y será difícil que empecemos a imaginar que el asesinato pudo ser cometido por alguno de los otros protagonistas.

Por otra parte tenemos a Amyas Crale, el asesinado, y que, al igual que con Carolina, sin estar presente físicamente, será indispensable conocer sus hábitos y su modo de vida de pintor bohemio e infiel, para poder hacernos una idea de su personalidad.

Ya presentes, encontramos a la hija de ambos, Carla, que será un mero instrumento con el que se inicia la historia. Será ella la que pida a Poirot que investigue y averigüe quién es el verdadero asesino de su padre, basándose en una carta que le escribió su madre desde la cárcel afirmando que era ella inocente.

A continuación, la autora nos presenta a la amante de Amyas, Elsa Creer, que por aquel entonces era una joven de apenas veinte años que se había enamorado locamente del pintor. Elsa no tenía una educación refinada, ni unos modales adecuados en el momento de cometerse el crimen, de modo que se encontraba en la casa de la pareja posando para el pintor sin ningún reparo. Os podéis imaginar la tensión entre la mujer y la amante del pintor.

Fundamentales serán también los hermanos Blake, Felipe y Meredith, amigos de Amyas y Carolina. Mientras que Felipe es en la actualidad un acaudalado hombre de negocios, su hermano Meredith es un hombre de campo al que le gusta recolectar hierbas y en su momento tuvo un laboratorio en casa. Precisamente, el veneno que se utilizó para matar a Amyas salió de la casa de Meredith.

Quizás Felipe no resulte un buen sospechoso en principio, no obstante era el mejor amigo de Amyas, pero Poirot empieza a ver más allá de lo que él cuenta.

Por último, tenemos Angela Warren, hermana de Carolina, que en la época del fallecimiento de su tío apenas era una adolescente. Las relaciones con éste no eran precisamente buenas, lo cual la sitúa en el punto de mira del detective.

Finalmente, como no podía ser de otra manera, en vez de un mayordomo, tenemos a la institutriz de Angela en aquellos momentos, Cecilia Williams, una mujer recta y con principios muy férreos que no soporta el modo de vida bohemio de Amyas y su falta de miramientos para con su mujer a través de sus constantes infidelidades.

La técnica de Poirot consiste en pedirles a cada uno de ellos que le relate de forma escrita los hechos que recuerda de aquel día con la mayor exactitud que le sea posible. A partir de esos relatos y de sus entrevistas personales, Poirot consigue hacerse una idea muy clara de lo que ocurrió realmente aquel día y desenmascarar al verdadero culpable, si es que no fue Carolina.

Como siempre, la autora nos hace un análisis detallado de la personalidad de cada uno de ellos, podemos imaginar el descaro de la amante de Amyas, que hoy en día es la mujer de un famoso escritor, a la regia institutriz que en la actualidad casi malvive en un pequeño piso, al introvertido Meredith y sus inseguridades, o a la aventurera y algo alocada Angela, sobrina de Carolina, que se ha convertido en una expedicionaria.

Dicho esto, es interesante ver como cada personaje describe los hechos relacionados con los días anteriores y el día del asesinato desde varios puntos de vista. Al principio pensé que iba a aburrirme el leer varias veces lo mismo, ya que parece que está todo muy claro cuando se nos cuenta el episodio del crimen al inicio de la novela, sin embargo, el modo en que cada personaje se expresa, su relación personal con el difunto y con su esposa culpable es distinta, y por supuesto cada uno recordará detalles que los demás no vieron o de los que no se percataron.

Me ha gustado mucho, por tanto, este nuevo enfoque, bastante distinto a lo que me venía encontrando en las novelas habituales de la Christie.

Recomendado si quieres pasar un buen rato

Es un libro muy ameno de leer, tiene 303 páginas, cuya estructura se divide a su vez en tres libros y cada uno de ellos en una serie de capítulos cortos. Como toda novela de Agatha Christie que se precie, estamos ante una historia ágil y entretenida, perfecta para desconectar de libros más pesados, como un entremés entre otros más densos, o para disfrutarla en vacaciones o en un fin de semana lector.

Ya os digo que hasta ahora no había leído ninguna de sus novelas con un planteamiento similar, ese enfoque retrospectivo me ha gustado mucho, es interesante y permitir conocer en profundidad a los personajes, permite que el lector dude cuando los detalles no concuerdan entre sí, a pesar de que la asesina ya ha sido juzgada e incluso ha fallecido en la cárcel.

El final me sorprendió, no me lo esperaba. Hay alguna pista bastante evidente que te lleva a creer en cierto personaje, pero después todo da un giro y las cosas cambian. Es muy típico utilizar un hecho para despistar, aunque cuadre con la historia, para luego cambiar drásticamente el planteamiento. No es algo que me moleste especialmente, pero sé que hay lectores que no les gusta nada ese “engaño”. Creo que te acostumbras al estilo de la autora y acabas cogiéndole el tranquillo a su modus operandi.

En definitiva, me ha gustado la historia y me ha sorprendido el final. Una buena novela para los lectores menos firmes y también para los más afianzados que quieren relajar las células grises, como diría Poirot.

Gracias por leerme.


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