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Los juegos del hambre 1


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Voy a comentar la primera parte de la trilogía de Suzanne Collins, Los juegos del hambre. Hace poco terminé el tercer y último libro, y no sabía si escribir una opinión de cada uno o sólo la del libro final, incluyendo algunos aspectos de los libros anteriores. Finalmente, decidí que hay suficientes diferencias y detalles en cada libro como para que merezcan una opinión diferenciada.

La verdad que la novela que me gustó bastante, aunque no me atrevo a decir que me haya deslumbrado. Es una historia interesante, atrapante y, sobre todo, bien escrita. Aunque la crítica generalmente la encasilla dentro de esa amplia categoría denominada «literatura juvenil», creo que tiene suficientes argumentos como ser del interés de lectores de cualquier edad.

Sobre la autora

Suzanne Collins (Hartford, Connecticut, Estados Unidos, 10 de agosto de 1962), lleva más de 20 años escribiendo para jóvenes y niños. Comenzó su carrera como guionista en programas de televisión para niños, allá por 1991. Sobre todo, sus guiones se vieron con frecuencia en el canal infantil Nikelodeon.

En los albores del siglo XX, comenzó su carrera literaria, con la publicación de La prueba de fuego: Shelby Woo (1999). A continuación, entre 2003 y 2007, publicó, al ritmo de un libro por año, su saga «Gregor»: Gregor: Las Tierras Bajas (2003), Gregor: La segunda profecía (2004), Gregor: La maldición de los Warmbloods (2005), Gregor: Las marcas del secreto (2006) y Gregor: El código de la zarpa (2007).

Pero su gran éxito editorial llegaría de la mano del la trilogía que nos ocupa, cuya primera entrega fue en 2008, a la que siguieron En llamas (2009) y Sinsajo (2010).

Más recientemente, publicó otra novela: Un año en la selva (2013)

El universo de la novela

La historia transcurre en un futuro indefinido, en un país llamado Panem, que «se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica».

Originalmente, Panem constaba de un rico y poderoso Capitolio y trece distritos. Pero un día -el hecho es recordado como «los tiempos oscuros» por los historiadores de Panem- los distritos se rebelaron contra la autoridad del Capitolio y estalló una guerra. Finalmente, los distritos fueron derrotados y, como consecuencia, el distrito 13, que había comenzado la rebelión, fue destruido y los otros doce distritos fueron obligados a participar anualmente de los Juegos del Hambre, una competencia en la que un chico y una chica de cada distrito, con edades de entre 12 y 18 años, son obligados a matarse entre sí hasta que sólo quede un vencedor. La idea de esta competencia es recordar a los habitantes de los distritos a qué se exponen al desafiar la autoridad del Capitolio, para reforzar el dominio de éste y desalentar posibles futuras rebeliones.

Pero por supuesto, los Juegos no son el único medio por el que el Capitolio logra imponer su voluntad. También existen los agentes de la paz, una especie de policía militar encargada de hacer cumplir las leyes del Capitolio. Son brutales, despiadados y prácticamente no cuentan con ningún tipo de limitación a la hora de imponer castigos a quienes infringen las leyes.

Katniss Everdeen, la protagonista de la novela, vive en el distrito 12, el más pequeño y pobre de Panem. Eso al principio parece una desventaja, pero con el tiempo empezamos a ver que tiene algunos aspectos positivos: al ser relativamente ignorado por el Capitalio, el distrito 12 cuenta con ciertas libertades que no se dan en otros distritos donde la opresión y la brutalidad de los agentes de paz es mucho mayor. Katniss se permite salir de caza todos los días (algo teóricamente ilegal), con un arco que mantiene escondido en el bosque (incluso algunos agentes de paz están entre los compradores habituales de sus presas), y gracias a eso su familia no padece tantas penurias. Además, esa habilidad y práctica con el arco resultará fundamental para su supervivencia en los Juegos.

Otras características de Panem: Si bien en principio da la sensación de que los habitantes del Capitolio son libres y solo los distritos se encuentran oprimidos, con el tiempo -sobre todo a partir del segundo libro- veremos que eso no es así, y que en realidad Panem es una autocracia dirigida por el presidente Snow, un dictador despiadado y sanguinario, y que la gente del Capitolio, aunque sea rica y dictada por las modas, no deja de estar bajo su tiránica autoridad. Otra peculiaridad de Panem es la importancia de la televisión. Recuerda un poco nuestra sociedad actual, cada vez más mediatizada. Los Juegos del Hambre son vividos como un gran «reality show»: sus participantes son famosos durante un rato, y cuentan con un estilista y todo un equipo de preparación, que se encargan de dejarlos impecables antes de que enfrenten a las cámaras. La frivolidad de esa sociedad realmente mete miedo.

Los hechos

La historia es bastante conocida, aún por quienes no leyeron el libro ni vieron la película, así que la resumiré todo lo que pueda:

Katniss Everdeen, de 16 años, se ofrece como voluntaria para participar en los Juegos del Hambre en reemplazo de su hermana Prim, de 12, quien ha salido sorteada. Para colmo de males, el otro competidor del distrito 12 es Peeta Mellark, hijo de panaderos y de idéntica edad que Katniss, con quien ella se siente en deuda desde que él le regalara dos panes cuatro años antes (cuando el padre de ella había muerto y su familia pasaba muchísimas penurias).

El resto del relato se repartirá entre los preparativos de los Juegos, mientras Katniss empieza a pensar la estrategia que le permita conseguir patrocinadores que la ayuden a sobrevivir en la arena, y la competencia propiamente dicha.

Algunas influencias

Considero que la trilogía de Collins se inscribe en una larga tradición literaria: la de las novelas distópicas. Es decir, historias que buscan mostrar cómo, a partir de las características de nuestra sociedad actual, podría arribarse a un futuro absolutamente indeseable. Y ese futuro indeseable, en el caso de «Los juegos del hambre» tiene algunos aspectos en común con varias distopías muy conocidas.

Por un lado, su referencia a una sociedad dominada por los medios de comunicación al punto de que ver a la gente matarse entre sí frente a la cámara se transforma en un espectáculo muy popular, tiene como antecedente inmediato la novela El fugitivo, de Stephen King, aunque ya podemos encontrar algunos vestigios de esta temática en el clásico 1984, de George Orwell.

También la idea de que sean jóvenes los sacrificados está presente en otras historias, como La larga marcha, también de King y Battle Royale, del japonés Koushun Takami (a la que dedicaré unas palabras más adelante). Nuevamente, tenemos un antecedente lejano, esta vez en El señor de la moscas, de William Golding.

Sobre una posible inspiración en Battle Royale

Leí varios comentarios que afirmaban, sin demasiado análisis, que la novela de Collins estaba inspirada mayormente en esta obra de Takami. Incluso sé de algunos admiradores del libro japonés que llegaron a acusar a Collins de plagio. Creo que el tema merece al menos cierta consideración.

Si bien es cierto que hay algunos aspectos similares en ambas novelas (la ambientación en un sistema dictatorial, el hecho de que un grupo de jóvenes sean forzados a combatir entre sí y solo uno pueda triunfar), cuando se va más allá de lo superficial es claro que las diferencias entre ambas obras superan largamente los parecidos. Algunos ejemplos:

  • Aunque ambas sociedades son totalitarias, hay muchas diferencias entre ambas. En particular, el argumento detrás de la competencia es muy diferente en ambos casos: en «Battle Royale» (BR) la excusa para la masacre de jóvenes es la Ley de Reforma Educativa del Milenio: Battle Royale’, que estipula que su objetivo es formar una nación sana de cuerpo, mente y espíritu, aunque se da a entender que el juego en realidad fue creado para realizar estudios de investigación militar. En «Los Juegos del hambre» (LJDH), en cambio, la intención es bien explícita, sin dobles discursos: castigar y atemorizar a la población de los distritos para que no vuelva a organizar otra rebelión.
  • La cantidad y la edad de los participantes es diferente. En la obra de Takami, se eligen 50 chicos de un mismo curso de preparatoria, pero participan varios en el año, por lo que pueden llegar a ser hasta 2.000 participantes en total; en la de Collins, solo 24 y con diferentes edades.
  • El tema de la lucha como espectáculo, que es uno de los ejes de LJDH, brilla por su ausencia en la novela japonesa. Incluso es hecho de que deba haber sí o sí un ganador tampoco está presente en la obra de Takami. De hecho, los participantes de BR llevan collares explosivos que estallarán si no hay al menos una muerte cada 24 horas, aniquilando a todos los participantes.
  • Por último, no podemos dejar de mencionar que la obra de Collins forma parte de una trilogía, y se nota, por la forma en que se enlaza esta obra con sus continuaciones, que fue concebida de esa manera, mientras que BR es una obra acabada y cerrada en sí misma.

Hablar de plagio, en vista de lo dicho, es realmente un absurdo. Si aplicáramos ese criterio estricto que quieren imponer algunos, casi toda la literatura contemporánea podría considerarse plagiada, porque casi no existen hoy día los argumentos que sean originales al 100%. Sería como acusar a Tolkien de hacer plagio de Platón, porque en «El hobbit» habla de un hombre que vive en una cueva, emprende un viaje que lo transforma, al descubrir que el mundo es mucho mayor y más interesante de lo que conocía, argumento idéntico al de la «Alegoría de la caverna».

Descartado el plagio, aún podemos discutir si existe una influencia directa de una obra sobre la otra. En algunas entrevistas, Collins afirmó que nunca había leído la obra de Takami y, honestamente, no creo que haya evidencia suficiente para decir lo contrario. Se trataría, en todo caso, de una coincidencia, la coexistencia en fechas cercanas de dos obras de temática similar, tal vez, justamente, por compartir algunas influencias literarias anteriores.

Diferencias con la película

Como ya había visto la película, tengo de la ventaja de que puedo comparar ambas versiones.

Si bien debo reconocer que está dentro de todo bien lograda, la película deja afuera algunas cuestiones de la trama que son importantes en el libro, lo que es una pena. ¿Podría haberse evitado? En algunos casos, posiblemente, no. De hecho, se nota el esfuerzo de los guionistas de la película por intentar compensar de alguna manera las características del libro que la pantalla no puede suplir, aunque sólo lo lograron a medias. Sin embargo, hay cambios que tienen que ver con adaptar la novela a los objetivos y características del cine holliwoodense, y eso si me fastidia un poco.

No todas las diferencias entre libro y película son igual de importantes. Algunas no tienen mayor trascendencia, como por ejemplo, que en la película se da a entender que Thresh, el gigantesco tributo del distrito 11 muere durante el ataque de los mutos, mientras que en el libro está bastante claro que lo mata Cato; o que el comentarista de los juegos y el que hace las entrevistas previas son distintos personajes, pero en la película ambas funciones las hace un mismo actor.

Otras diferencias sí son más significativas: por ejemplo, algo fundamental es que la novela está narrada enteramente en primera persona, con una serie de consecuencias que no se logran reproducir en la película:

  • Aparecen mucho más presentes las ideas, estrategias y miedos de Katniss. Hay cosas que pasan en la película que resultan algo confusas, justamente, porque no sabemos las razones que llevan a la protagonista a actuar como lo hace.
  • No nos enteramos de lo que está pasando fuera de la arena hasta que los Juegos terminan. En cambio, en la película los hechos de la arena se van intercalando con diálogos entre Snow y Séneca Crane que nos actualizan sobre las consecuencias de cada acto de Katniss. Esto tiene consecuencias narrativas muy diferentes.

Por último, hay un par de diferencias que son fundamentales, porque están ligadas estrechamente al mensaje que busca transmitir la obra literaria, y que aparece desdibujado como mínimo en la película:

  • En tanto novela distópica, «Los juegos del hambre» entraña una crítica indirecta a nuestra sociedad actual. La superficialidad con la que la gente del Capitolio vive los Juegos, disfrutando del espectáculo como si se olvidaran de que hay niños muriendo en la arena, es en cierto punto una advertencia del camino que nuestra propia sociedad está llevando. No por nada Collins destaca entre sus influencias, las filmaciones en vivo de tiempos de guerra, que transforman bombardeos y batallas como si se tratara de un espectáculo. Basta ver la gran cantidad de vistas que tienen en Internet los videos de homicidios, suicidios o accidentes fatales captados en cámara, para entender que el morbo antes ese tipo de «expectáculos» no es propiedad exclusiva del Capitolio, ni fue inventado por la imaginación afiebrada de Collins.
    Este eje temático, central en la novela, en la película aparece muy difuso: por ejemplo, el equipo de preparación de Katniss (Octavia, Venia, y Flavius) tiene mucha importancia en el libro, pero en la película casi no se los ve. Algo parecido ocurre con Cinna, el estilista.
  • Ligado a lo anterior, en la película hay una mayor orientación a la acción, que es lo que más busca el público cinematográfico. Por ejemplo, se muestran las peleas y muertes en la cornucopia de manera muy gráfica, cosa que en la novela (al ver solo lo que observa la protagonista) pasamos totalmente por alto. En cambio, la crítica social de la novela no busca centrarse en la violencia de por sí, si no que la utiliza para mostrar el morbo del Capitolio, que ve en el sufrimiento de los participantes un atractivo para el público. Por eso, por ejemplo, la muerte de Cato en la novela es mucho más lenta y desagradable, antes que Katniss consiga a liberarlo con un flechazo. Por la misma razón, en el libro las mutaciones del final se parecen a los tributos muertos, agregando más dosis de morbo a la escena, mientras en la película sólo son similares a lobos.
    Esta diferencia me parece crucial, ya que la película prácticamente traiciona la idea subyacente del libro: mientras aquel critica el morbo del público que busca ver más y más violencia en sus pantallas, la película termina alimentando ese mismo morbo en el espectador cinematográfico, al suministrarle más dosis de violencia desprovista de significado.

Conclusiones finales

En síntesis, creo que es una obra literaria muy recomendable. Que no descubre nada nuevo, es cierto, ya que toca algunos temas bastante recurrentes en la literatura desde mediados del siglo XX a la fecha. Pero aún así es una historia que se deja leer, que logra enganchar al lector y que fundamentalmente está bien escrita.

La narración desde el punto de vista de la protagonista es una buena elección, porque permite que el lector vaya descubriendo los hechos simultáneamente con Katniss, lo que aumenta la empatía con la protagonista y contribuye a generar el necesario suspenso. Además, hay que destacar que la construcción psicológica de la protagonista -e incluso de algunos personajes secundarios- está muy bien lograda.

Hablando de suspenso, el relato logra generar esa sensación tan conocida en los lectores de no querer interrumpir la lectura en ningún momento, gracias sobre todo al clásico recurso -propio de los antiguos folletines- de terminar cada capítulo con una sorpresa, algo que nos golpea y nos hace querer seguir avanzando en la historia.

Tiene algunas características que la acercan a la literatura juvenil: una protagonista adolescente, una trama en general fácil de seguir y una narración simple, con el vocabulario que uno podría esperar en una chica de esa edad.

Sin embargo, Collins tuvo el buen tino de dotar a su historia de algunos ejes más críticos, propios de la literatura distópica y que permiten una lectura en diferentes niveles, que pueda atrapar también a lectores adultos o más experimentados. La mayoría de los adolescentes posiblemente se quedarán en una lectura superficial y verán en «Los juegos del hambre» una entretenida novela de aventuras. Otros lectores podrás ver la crítica social que encierra, la alerta sobre los riesgo de nuestra cultura mediatizada. Cada cual, desde su mirada, podrá encontrar motivos para que «Los juegos del hambre» resulten en una lectura gratificante.


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