Ya que esta opinión trata sobre la segunda entrega de Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario, empezaré por hacer un resumen de lo sucedido hasta ahora en la primera parte, El sobrino del mago.
Contenido de la reseña
El sobrino del mago
Cuidado con los que no habéis leído el primer tomo… no sigáis leyendo… pues voy a hacer un breve resumen. Polly y Digory son dos niños vecinos que descubren unos anillos en casa del tío del niño que permiten viajar a otros mundos. Sin quererlo, traen a nuestro mundo a una reina de otro que ha destruido a todos los seres vivientes del suyo, y por miedo a que destruya el muestro, deciden sacarla de nuevo a otro mundo, pero en el intento, sin querer, se llevan a un caballo, al cochero, al tío… y por supuesto, van también los dos niños y la bruja.
Llegan a un lugar oscuro, justo en el momento de la creación de ese mundo. El creador es Aslan, un león majestuoso que entona una mágica canción que da vida a un mundo nuevo, puro e inocente. Crea a los animales el grupo asiste anonadado al proceso, y observan cómo cualquier cosa que sea plantada florece y mágicamente, como cuando la bruja lanza un trozo de farola que antes había arrancado en nuestro mundo. De ahí crecerá un farol que permanecerá iluminado y aparecerá en la continuación de la historia.
Digory se dirige a Aslan para rogarle que le dé algo que ayude a sanar a su madre, muy enferma, per Aslan dice que su mundo acaba de nacer y el mal ya se ha instalado en él (la bruja), y que es Digory (culpable de haberla traído) quien debe ir a un jardín lejano a por una manzana misteriosa para solucionar el problema.
Aslan dota de alas al caballo procedente de nuestro mundo y en él vuelan los niños hasta el jardín, donde el niño vence la tentación de traicionar al león y volver a su mundo con la manzana que sanaría a su madre.
Al entregarle a Aslan la manzana, éste le dice que, ya que ha sido tan valiente y ha vencido la tentación, que sea él quien plante ese gran árbol que surgirá de la manzana y protegerá Narnia del mal durante muchos años. Así lo hace Digory, y pronto crece un árbol de manzanas plateadas. Aslan le dice que coja una y se la dé a su madre, que sanará, y que ya no necesitan los anillos para ir de un mundo a otro, pues éste es sólo el primero de muchos fructíferos viajes entre el mundo humano y Narnia.
Tras su regreso, Digory sana a su madre con la manzana y planta la semilla en el jardín, donde crece un magnífico árbol que le recordará siempre aquél milagro y la aventura vivida. Pasan los años, Digory ya es adulto y se traslada a una amplia casa de campo. El árbol es derribado por un trueno (creo recordar) y deciden hacer con él un armario que trasladarán a la gran casa de campo de Digory…
El león, la bruja y el armario
Así que el punto de partida de la segunda parte no es exactamente el final del primero, pues si la primera aventura tenía lugar en el año 1900, la segunda sucede en 1940 (si no me equivoco).
Me parece una maravilla la forma de aunar las dos historias, pues 4 niños londinenses se refugian de los bombardeos en casa de Digory (ya mayor) y jugando al escondite, se mete uno de ellos en el armario, llegando a un mundo nevado que desconoce y encontrando un farol extrañamente iluminado en medio del bosque.
La trama del libro es muy atractiva, más fluida que la del primer volumen, ya que la acción es continua y no tiene «cortes» ni saltos, como pasaba en el primero.
Además, ya conocemos a los personajes, y eso ahorra muchas descripciones. Me resulta curioso cómo en las novelas británicas se hacen descripciones inusuales en otras literaturas sobre las comidas. Me lo comentaron hace poco y desde entonces no hago más que notar que es cierto.
Si en la primera parte nos mostraron la creación de Narnia, aquí la dotan de historia, y siguen manteniendo el carácter misterioso de Aslan, por el que se nos transmite cierta veneración, basada sobre todo en el respeto por un ser que personifica la justicia y el sentido común.
Mi conclusión
La historia es muy accesible para niños a partir de los 10 años, más o menos, y aunque a mí me está gustando mucho, se nota que está escrita para niños. Lo digo porque, al leerla desde una perspectiva adulta, noto la falta de profundidad de los personajes infantiles, pero no lo digo como crítica, pues entiendo que es necesario simplificar la historia.
Se lee de un tirón, gracias a un estilo fluido a pesar de ser bastante descriptivo. Como en el primer volumen, se respeta el ritmo interno que requiere la acción, y el autor no se pierde en diálogos innecesarios.
Los dibujos, a pesar de ser los originales de la obra, a mí no me parecen gran cosa. Entiendo que respeten las ilustraciones originales, pero creo que hoy en día hay autores capaces de dar más vida a cada página.
El tamaño de la letra es de un cuerpo relativamente grande, lo que impide que la «mancha» nos asuste por parecer demasiado densa la lectura.
Se ha editado en tapa dura y en tapa blanda y puedo decir que, aunque no sé qué tal es la primera, la segunda (siempre más barata) es de buena calidad. ¡Qué poco se comenta lo bien que se edita en España, por lo general!
El final del libro, que no voy a revelar, es muy bueno, tan bueno como el de la anterior entrega, y la dedicatoria es preciosa.
Ahora que los niños empiezan el curso ¿por qué no emprender la lectura de esta serie de novelas tan evocadora? Tal vez necesiten un poco de ayuda, según la edad y la capacidad de lectura, pero merece la pena, porque si a mi edad me tienen maravillada Aslan y su Narnia ¿cómo se verá con ojos infantiles? Además, el autor aporta la tensión suficiente como para que suframos por los destinos de los niños y del león, pues la identificación es enorme entre el lector y los personajes.
Vamos, que todo es positivo.