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La historia del arte


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Quería compartir con vosotros este libro que poseo hace tiempo y que me ha enseñado muchas cosas sobre arte y me ha hecho también pasar muy buenos momentos. Si los libros con los que estamos más en deuda son aquellos que alimentan más nuestra curiosidad y nos abren el apetito por saber, este es uno de ellos.

¿De cuándo la primera edición?

Lo primero que cabría preguntarse, con cierta extrañeza, es cómo, en un momento donde, en el mundo del arte (como en tantos otros), abundan hasta la saciedad las obras compilatorias, los breviarios , los fascículos, los tratados, las enciclopedias y las monografías, un libro como el que comentamos, cuya primera edición se escribe en 1950, sigue, con muy ligeros retoques, teniendo plena actualidad tanto temática como editorial, no ha dejado de venderse, ni, lo que es más importante, de constituir una referencia tanto entre los aficionados al mundo del arte, cuanto también dentro de los que lo enseñan o se dedican a él más profesionalmente.

Lo que, con otras palabras nos toca explicar es por qué este libro se ha convertido en un CLÁSICO en el más amplio sentido de la palabra dentro de su materia.

¿Una simple historia del arte?

Podría parecer poco atractivo que el texto de Gombrich se presente como una historia del arte, por lo genérico del término. Claro que esta obra es eso, una historia -entendida como recorrido en el tiempo- de las principales manifestaciones artísticas de la historia de la humanidad, y su propósito fundamental queda recogido en ese rótulo.

Pero si miramos más atentamente a su título, encontramos algo no menos significativo que viene a marcar diferencias con otras obras parecidas. El título completo es «La historia del arte contada por E.H. Gombrich»

Reparen en ello: la historia del arte CONTADA POR

Y, aquí tenemos ya una de las primeras virtudes de la obra. Estamos ante una obra donde la dimensión histórica del arte se aborda de un modo NARRATIVO, donde lo que al autor le interesa hacernos ver, y en ello es un auténtico maestro, es el hilo conductor que atraviesa la historia del arte, en su conjunto, y cada uno de los períodos históricos que se contemplan y explican.

Gombrich NO DESCRIBE el arte (en el sentido de que no es éste su principal afán), sino que contándonoslo, nos lo hace comprender, nos lo DESCUBRE por dentro.

Es tal el tono narrativo que desprende la obra y el buen hacer de narrador de su autor (que sazona los contenidos con anécdotas, que sabe relacionar unas partes y otras), que este libro podría leerse de principio a fin muy gustosamente, sin tener la impresión de que los distintos capítulos nos dan una información fragmentaria o independiente de la que ya llevamos leída.

Y es que, lo que ha tenido muy en cuenta Gombrich y parecen olvidar gran parte de los escritores -incluso divulgadores- de arte, es que una obra que trate sobre arte, no puede ser eminentemente descriptiva porque el arte exige primero comprensión global y, sólo más tarde, descender a los detalles que particularizan y enriquecen la visión de conjunto.

Pero esta obra tiene otras muchas VIRTUDES, algunas de las cuales, probablemente las más importantes, fueron expresadas por el propio Gombrich y constituían ya parte del plan de la obra que se recoge en el prefacio.:

  1. Su lenguaje: claro, divulgativo evitando innecesarios tecnicismos.
  2. La circunscripción o limitación a lo más destacado de la historia del arte. Lo que tenemos en este libro, y que es muy de agradecer por otra parte, es un esfuerzo de simplificación. Pero maticemos: simplificación no simplismo. La primera es necesaria para construir esquemas generales que luego podamos enriquecer tanto como queramos. El segundo -simplismo- desvirtúa lo que presenta y dificultad la comprensión y el enriquecimiento posterior.
  3. Las continuas referencias al contexto sociocultural de los artistas y movimientos sin la cual no pueden comprenderse éstos.
  4. No dar por supuestos conocimientos previos del lector (se trata de una obra cerrada sobre sí, que puede leerse de manera autosuficiente. Un detalle en esta línea, que se agradece también, consiste en no comentar obras de arte que no vienen ilustradas en el propio texto).
  5. Además de un gran libro de divulgación, este texto puede considerarse una obra de CONSULTA, razón de más para que ocupe un lugar privilegiado en nuestros estantes. Pero no de consulta porque ofrezca una gran cantidad de información sobre tal o cual autor o movimiento, sino porque la información que aporta nos da, casi siempre, LAS CLAVES DE COMPRENSIÓN. Y, esto en una obra relativamente breve (no llegan a 700 páginas) es muy difícil de encontrar.

Completa el libro unas referencias bibliográficas amplias, pero no excesivas, ordenadas por capítulos y de entre las que, muchas, refieren a obras de las que se dispone de traducción castellana,; el libro trae también tanto un conjunto de tablas cronológicas como de mapas. No es esta, por cierto, la parte más brillante de la obra, porque las tablas son numerosas pero, creo, poco intuitivas en su representación, y los mapas escasos y, desde mi punto de vista, demasiado simples.

La relación existente en la obra entre texto e ilustraciones es muy equilibrada. En la edición de círculo, que es la que tengo, la calidad del papel y de las ilustraciones está a la altura de lo que podríamos desear. El precio, en torno a los 40 euros no parece abusivo.

Un par de «peros»

Sin desmerecer en nada el conjunto de la obra, que creo que tiene que calificarse de soberbia, si me gustaría comentar un par de aspectos:

  1. Aunque el contenido es, en general, muy bueno existen ciertas fluctuaciones en las que señalaría que los capítulos dedicados al Mundo Griego y al Renacimiento son los más brillantes, y el comentario del arte del siglo XX y las vanguardias lo que flojea un poco más.
  2. Como el propio autor reconoce se desarrollan más los contenidos relacionados con pintura que los de escultura y arquitectura, aunque nunca se descuida el objetivo de que el lector alcance una visión de conjunto sobre las distintas etapas.

Conclusión

En suma, una obra de referencia, más que recomendable, escrita por un indiscutido especialista que sabe llegar a ese tono de divulgación sin ceder un ápice al rigor y la complejidad. En ella Gombrich da prueba de ser además de una indiscutible autoridad en el mundo del arte, un gran historiador y un mejor escritor.


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