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La educación de los niños


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He descubierto este tema sobre el que se podía escribir una opinión y me he decidido a compartir con vosotros unas reflexiones, ya que la educación de los niños es un tema que me preocupa desde dos puntos de vista: como madre y como educadora y dedico muchas horas a la lectura y los pensamientos sobre estos temas.

La autoridad VS el autoritarismo

Los que sois padres o profesores, o los que tenéis trato con niños veréis que no es cosa fácil hoy día conseguir que los niños respeten la autoridad, así en general, la autoridad de padres, profesores, mayores, etc…cuando, desde mi punto de vista, la autoridad es un instrumento importantísimo para la educación de un niño.

En primer lugar me gustaría aclarar la diferencia entre autoridad y autoritarismo. El autoritarismo se basa en la sumisión, el miedo y la imposición mientras que la autoridad no es impuesta, sino que se obtiene por medio del respeto y del amor. Además, el autoritarismo consigue efectos inmediatos pero poco duraderos mientras que la autoridad se respeta sin más, se asume voluntariamente e incluso se ama.

Y es que la autoridad es una mezcla complejísima de respeto, admiración y amor. Si falta autoridad se cae en la falta de respeto, tan generalizada entre nuestros niños y adolescentes hoy en día.

No debemos olvidar que los niños necesitan «límites», porque por definición ellos son «ilimitados, inagotables». Si los padres de un niño carecen de autoridad para limitarles en sus apetencias, en sus caprichos, el niño se convertirá en un ser caprichoso, autoritario y «salvaje».

Somos un ejemplo para nuestros hijos. Debemos ser coherentes

Por supuesto, la autoridad debe ir siempre acompañada de ejemplo y coherencia.

¿Cómo puede entender un adolescente que no debe fumar porque es malo para su salud, si quien se lo recomienda fuma?, o ¿Cómo respetar a alguien que un día me permite hacer una cosa y otro día me lo prohíbe? Imposible. Está claro que si queremos que nuestros hijos nos tengan como modelo a seguir, contamos con dos herramientas fundamentales: coherencia y ejemplo, habida cuenta de que «a los niños no se les escapa nada» y detectan rápidamente cualquier fisura en nuestros comportamientos.

Razonar con los niños

A los niños hay que darles explicaciones y razonar con ellos. Naturalmente, dichas explicaciones deben adaptarse a la edad del niño. Por ejemplo, no es lo mismo explicar cuestiones sobre sexo a un niño de seis años que a un preadolescente de once. Generalmente cuando el niño quiere saber sobre un tema, él nos indicará hasta dónde necesita información. Ahí hay que parar, no sirve de nada divagar o dar datos inexactos o falsos.

Por ejemplo si un niño nos pregunta cómo se hace un bebé, si tiene cinco años bastará con explicarle que mamá lo lleva en su barriguita hasta que el bebé es lo suficientemente grande como para salir al mundo exterior. Lógicamente si el que hace la pregunta en cuestión tiene once años, esa explicación es insuficiente y pueril. El propio niño querrá saber más y nos hará preguntas más complejas que debemos contestar SIEMPRE.

Mentir a los niños

Mentir a alguien es un grave error. Y los niños no son una excepción. Nunca se debe mentir a los niños. Si cuando una persona nos miente nos cuesta confiar en ella, eso mismo les ocurre a los niños. Si detectan que sus padres/educadores les mienten, no querrán volver a confiar en ellos. Además, os habréis dado cuenta de que los niños detectan rápidamente cuando un adulto está inseguro o miente sobre algo. Son inocentes pero muy intuitivos.

¿Padre o amigo?

Muchas veces es tentador ser amigo de nuestros hijos, ¿verdad? Los niños quieren a sus amigos, confían en ellos, les cuentan sus cosas, etc… Pues bien, por tentador que resulte, el papel del padre/madre es distinto al de un amigo. Sólo podemos ponernos a la altura de nuestros hijos para jugar con ellos, pero es importante no confundirles en ese sentido.

Si os habéis fijado, eso se da mucho en el caso de padres separados, en el que se tiende a compensar la falta de contacto con el niño con una excesiva permisividad en un intento de ganarse a toda costa el cariño del hijo.

Corregir situaciones vividas

Cuando en nuestra propia infancia hemos vivido algo que percibimos negativamente, tratamos de corregir eso en la vida de nuestros hijos. Por ejemplo, si hemos tenido un padre muy autoritario, podemos caer justo en todo lo contrario, no con mala intención, desde luego, sino con objeto de que nuestro hijo «no sufra».

El reparto de papeles

Aunque las cosas están cambiando, generalmente asociamos el comportamiento de la madre con el amor, el mimo, la ternura y el del padre con la autoridad, un carácter más fuerte, etc No sólo eso, sino que en muchas familias se da la conocida situación del poli bueno/ poli malo, siendo generalmente el padre el más temido, el que castiga y la madre, la que perdona siempre.

Craso error. Eso no sólo disminuye la autoridad del madre (ya que la madre siempre puede invalidar sus decisiones), sino que es un acto poco inteligente. Desautorizar o contradecir a uno de los padres es desconsiderado y a la vez hace pensar al niño que siempre podrá obtener lo que desee discutiendo con la persona más “débil”.

El castigo

En ocasiones es imprescindible castigar al niño. Ahora bien, si queremos que el castigo sea eficaz han de cumplirse unas pautas:

  • El castigo nunca debe ser “diferido”. Es decir, no sirve eso de “ya verás cuando lleguemos a casa” o “ya verás cuando se lo diga a papá”, frases que sólo sirven para provocar estrés al niño. El castigo eficaz es inmediato.
  • Una norma no puede depender del estado de ánimo del adulto. Si una cosa está prohibida, lo está siempre.
  • El castigo debe ser proporcionado y debe tener en cuenta la edad del niño. Por ejemplo, para un niño de tres años que ha pintado la pared, será suficiente con un par de minutos pensando a solas en su habitación. No tiene sentido un castigo mayor.
  • El castigo debe ser justo. No tiene sentido castigar al niño después de decirle: “tienes un minuto para recoger tu habitación”, cuando no hay tiempo material de recoger una habitación en un minuto.

El castigo físico

El castigo físico es nefasto para la educación de los niños. Hay que entender que sólo general resentimiento en el niño y “cargo de conciencia” en el que lo infringe. Con esto no se trata de criminalizar a un padre que llevado por la ira, en un momento dado le da un cachete a su hijo en el culo. Todos los que hemos nacido entre los sesenta y los ochenta hemos recibido algún tortazo de nuestras madres o padres y henos aquí, sin ningún trauma y adorando a nuestros progenitores.

Sin embargo, reflexionando sobre el castigo físico creo que tiene unas consecuencias pedagógicas nefastas y nula eficacia educativa, sobre todo, porque después de un castigo de ese tipo vienen las disculpas por parte del padre/madre y eso tiene aún peores consecuencias psicológicas y sobre la autoestima del niño que el castigo en sí.

En caso de que el enfado y la ira se hayan apoderado de un padre/madre, lo mejor es ceder el “bastón de mando” a otro adulto pues, aunque no te lo parezca, en ese momento estás incapacitado para educar.

La alternativa a la fuerza y al castigo físico es la habilidad para utilizar los recursos más adecuados en cada situación y con cada hijo – no olvidemos que cada niño es diferente.

Mi opinión

Me gustaría terminar estas reflexiones haciendo una mención especial al amor. Esta palabra todavía no había salido en ellas y cuando se habla de los hijos el amor no puede obviarse. Todos los padres desean lo mejor para sus hijos, que no sufran, que sean felices, trabajadores, honestos Se les quiere tantísimo!!!

Debemos dar a nuestros hijos todo el amor del que seamos capaces, nunca será demasiado. No debemos tener miedo a que sean consentidos y caprichosos por ese motivo. El amor nunca es demasiado, eso sí, siempre acompañados de la autoridad de la que hablaba al principio.

Para terminar me gustaría mencionar una frase de un poeta persa del s. XIII, Moucharrif Saadi, que la pedagoga del centro en el que imparto mis clases me comentó un día tomando un café y hablando de estos asuntos: “Si tienes la voz dulce y la mano suave, con un hilo podrás conducir a un elefante”.

Espero no haberos aburrido mucho.


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