La caída de los gigantes

El libro me ha encantado, ya adelanto, pero es que Ken Follett me chifla y cualquier libro que he leído de él hasta ahora no ha hecho más que reafirmar esta opinión.

Sabía de la existencia de este libro, pero por unas cosas y otras no me había hecho con él hasta ahora, y fue a raíz de que hace unas semanas vi en la librería de mi barrio la segunda parte del mismo sin saber que era tal, sino otra novela independiente. Por dos veces quise ir a comprarla y ambas me encontré con la librería cerrada, así que buscando en internet me di cuenta que “El Invierno del mundo” es la segunda parte de “La caída de los gigantes”, de modo que me hubiera comprado la segunda si tener siquiera la primera. Lo que es el destino que no quiso que ocurriera

El autor

Poco puede decirse de Ken Follett, autor de sobra conocido por todos gracias a su best seller “Los Pilares de la Tierra” que se convirtió en un “boom” de ventas hace unos años y que ha tenido hasta una serie televisiva basada en el mismo. Después de 18 años llegó la segunda parte del mismo “Un mundo sin fin” y pasó prácticamente lo mismo, quizás con menos intensidad (o eso me pareció a mí), pero aún así todo el que se había leído el primero y le había gustado estaba interesado en hacerse con la segunda parte.

Uno de los puntos interesantes de esta segunda parte fue que el autor se inspiró en la Catedral de Santa María sita en Vitoria Gasteiz, ayudándose de la documentación que le proporcionó la Fundación Catedral Santa María.

La ciudad de Vitoria como agradecimiento al autor por haber tomado como modelo su catedral y haberla impulsado internacionalmente, le reconoció con una estatua a tamaño natural, obra de Casto Solano, que se encuentra en la plaza de la Brullería.

A nivel de lectora, tanto con “Los pilares de la tierra” como con la segunda parte, “Un mundo sin fin”, disfruté muchísimo, ya que el autor posee el don de transportarte directamente al contexto en el que se desarrolla la historia como si fueras un personaje más, con descripciones exquisitamente detalladas y con historias que atrapan desde el comienzo de las primeras líneas. A eso se suma el contexto histórico en el que están inspiradas ambas, el medievo, época que me produce mucho interés.

Poco después leí “Noche sobre las aguas”, una novela más “light”, pero con esa agilidad en su argumento y esas descripciones estupendas que me entusiasmaron durante el tiempo que me llevó leer aquella novela, mucho menos extensa, pero igual de entretenida.

Ahora he vuelto a su obra con la primera novela de esta trilogía, “La caída de los gigantes”, que vuelve a ser todo un best seller de esos que no pasan desapercibidos para los que disfrutamos con el estilo de Follett. Dejando a un lado su maestría con la época medieval, el autor se centra esta vez en una época mucho más actual, a principios del siglo XX, describiéndonos con una mezcla de ficción y realidad los momentos previos al inicio de la Primera Guerra Mundial, su desarrollo y su fin.

A grandes rasgos, sobre el autor puedo contaros que empezó su carrera literaria en 1974 cuando publicó la primera de las treinta novelas actuales que ha escrito, habiendo sido las primeras de ellas firmadas bajo seudónimos. Ligado intensamente al partido de los Laborista en Londres, el propio Follett reconoció en una entrevista en el periódico “El País” en 2008 durante su promoción de la novela “Un mundo sin fin” que sus primeros diez libros no son buenos; y describió un best seller como “un libro capaz, por arte de magia, de ilusionar a quien lo lee”. Genio y figura.

Argumento

Ken Follett dice de esta obra que:

“ es la historia de mis abuelos y de los vuestros, de nuestros padres y de nuestras propias vidas. De alguna forma es la historia de todos nosotros”.

Posiblemente y con el breve argumento que aparece descrito en la contraportada, el libro pueda pareceros un tostón de cuidado, máxime si se pone uno a ver que el libro es de esos “tochitos” de más de 1.000 páginas a los que el autor nos tiene acostumbrados.

Sin embargo, la historia se centra en todo lo que aconteció durante la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa desde un punto de vista muy humano, sin tecnicismos innecesarios ni grandes dosis de historia infumables .

Las historias del autor siempre ponen a los personajes por encima mismo de lo que se nos está contando, sabe extraer el máximo de cada uno de los personajes para que el lector se identifique con unos y con otros en diferentes contextos entendiendo perfectamente sus miedos e ilusiones.

Para mí ha sido una historia muy didáctica porque reconozco que conocía poco sobre la Primera Guerra Mundial (siempre se ha hablado mucho más sobre la Segunda) y menos aún sobre la Revolución Rusa, por tanto, y aún sabiendo que la ficción se mezcla con la realidad de un modo que encajan perfectamente, la novela no sólo me ha entretenido, sino que me ha servido para conocer las causas de una guerra que fue el desencadenante de muchos acontecimientos (sino la mayoría) históricos que han llegado hasta nuestros días.

La historia de los personajes

Debo decir que cuando abrí el libro y me encontré con un índice de personajes de seis páginas divididos según su nacionalidad, además de quedarme de piedra, se me cayó el alma a los pies porque me veía incapaz de hacerme con todos ellos en mi estado de semi-sedación. Después de leer los dos primeros listados con los personajes estadounidenses e ingleses y escoceses, pasé del tema y me fui directamente a la historia pensando que conforme fuera necesitándolo, acudiría a cada listado para ubicar a unos u otros.

Reconozco que no fue difícil hacerse con los personajes y apenas utilicé dicho índice, pues las descripciones son una maravilla y no tendremos problemas para situarnos en cada escena o capítulo.

Como curiosidad, el índice divide a los personajes ficticios de los personajes históricos que realmente existieron durante aquellos años y que irán apareciendo a lo largo de la historia en una simbiosis perfecta con los creados por el autor.

Dicho todo esto, os podéis hacer una idea de que la cantidad de personajes que aparecen en esta novela es ingente, de modo que es imposible hablaros de todos y cada uno de ellos de forma detallada. El hecho de que el número de personajes sea elevado en un libro de Follett no me extraña, puesto que en otras novelas del autor que he leído pasaba lo mismo. De todos modos este escritor tiene la habilidad de describir a los personajes de una manera tan exhaustiva y organizada que es difícil que nos liemos y no sepamos de quién nos está hablando en cada momento.

Perfectamente descritos tanto física como emocionalmente, y siempre siguiendo un orden metódico, cada capítulo versará sobre alguno de los personajes principales dando una visión muy clara de cada uno de ellos al lector. A su vez, y como es lógico, se nos hablará de otros personajes secundarios y de otros principales que se irán relacionando con el que toma protagonismo en el capítulo que estemos leyendo.

Como bien se dice en el argumento, se nos habla de cinco familias principales, a modo de breve resumen encontraremos en cada una de ellas signos distintivos de la clase social a la que pertenece cada uno de ellas.

La familia galesa, los Williams, se nos retrata como una familia de clase más bien baja, cuyo padre es un sindicalista que aboga por las mejoras de las condiciones en los trabajos de la mina que se llevan a cabo en su población.

Su hijo Billy abandonará a una edad temprana el colegio para convertirse en trabajador de la mina y se nos relatarán una serie de escenas donde podremos ver como los mineros arriesgan sus vidas a diario por llevarse un trozo de pan a la boca.

Su hermana Ethel Williams es personal de la casa de campo de la familia Fitzherbert, formada principalmente por el conde del mismo nombre y su esposa, una princesa rusa.

La diferencia en la forma de vida de la familia Williams con la familia Fitzherbert es fácilmente imaginable. Mientras la primera vive al día y luchando por mejorar las condiciones de vida de los mineros, la segunda vive rodeada de lujos y sin la más mínima preocupación por el dinero.

La familia Fitzherbert se sustenta principalmente por el conde, Fitz, un hombre altivo y prepotente, conservador arraigado que no cree que las cosas deban cambiar, pues según sus ideales, siempre debe haber una clase trabajadora y otra clase dominante.

Su esposa Bea, una princesa rusa, es un personaje frío y egoísta que no despertará ningún tipo de buenos sentimientos en el lector.

La oveja negra de la familia es Maud, la hermana del conde, que a pesar de su origen aristocrático, lucha por la defensa de los derechos de la mujer y participa activamente a lo largo de toda la historia en conseguir el sufragio femenino.

Por otra parte encontramos a la familia rusa Peshkov, formada únicamente por dos hermanos que quedaron huérfanos a temprana edad cuando sus padres fueron asesinados por el régimen cruel del zar. Grigori, el mayor, que es un obrero metalúrgico y que a lo largo de la historia veremos como su rol en la sociedad rusa cambia por completo pasando a ser una pieza fundamental en la Revolución del país, fue un personaje con el que sentí gran empatía por su bondad y buen hacer.

Por el contrario, su hermano Lev, mozo de caballos en la misma fábrica, es un busca líos de cuidado y siempre a la espera de que sea su hermano mayor el que le saque de los mismos. Al contrario que Grigori, Lev me pareció un personaje egoísta e irresponsable que no es capaz de sentar la cabeza y cuyo final no creo que sea muy bueno.

Por otra parte, al otro lado del charco, tenemos a la familia americana de Gus Dewar, un americano mano derecha del presidente Wilson, que a mí me pareció muy sentimental y práctico, con una liberalidad lejos de la que se retrata en una Europa mucho más cerrada y conservadora.

Gus aparecerá a lo largo de la historia en momentos decisivos como cuando Estados Unidos decide participar en la Guerra, encontrándonos en esos momentos a un personaje valiente que no esperábamos así por sus antecedentes formales y exquisitos.

Finalmente tenemos a la familia alemana, los Von Ulrich, donde destaca principalmente Walter, gran amigo de los condes de Fitzherbert, que ve como sus países se ven abocados a una guerra que los enemistará a pesar de haber pasado buenos momentos de amistad en Londres, donde además surge un amor prohibitivo entre él y Maud que por las circunstancias que se avecinan no les traerá más que amargura y tristeza.

La cantidad de personajes secundarios, así como otros principales es demasiado extensa como para poder haceros siquiera una breve descripción sobre los mismos.

En definitiva, Ken Follett saca a relucir su talento a la hora de presentarnos unos personajes fuertes y con personalidades muy definidas y complejas, en ciertos casos, que nos ayudan a hacernos una idea de cómo era la sociedad a principios del siglo XX, con sus desigualdades sociales, sus paupérrimos campesinos y obreros y su falta de derechos, los lujos en contraste con la miseria, la violencia sobre la bondad, la dominancia del más fuerte sobre el más débil

Mis impresiones a lo largo de la historia

Como bien os decía al principio, mis conocimientos sobre las causas y el desarrollo de la Primera Guerra Mundial eran bastante escuetos, y para qué hablar de la Revolución Rusa, de la que apenas tenía conocimientos Por eso este libro me ha encantado, pues consigue crear una atmósfera opresiva y muy real de lo que sucedió durante aquellos primeros años del siglo XX que el lector recibe como una lección de lo que fue y podía haberse evitado.

Obviamente no es una novela histórica pura, pues tenemos una mezcla de personajes ficticios que se mezcla con personajes reales , pero como bien dice el propio autor, su uso a la hora de trazar la línea histórica con la ficticia se basa en que si bien la escena sucedió, o bien podría haber sucedido; o se pronunciaron esas palabras o se podrían haber pronunciado, entonces las utiliza para plasmarla en la historia.

Si por el contrario encuentra algún motivo por el que la escena no podría haber tenido lugar en la vida real, las elimina.

En todo caso, la fusión ficción-realidad está perfectamente definida y a veces hasta cuesta no pensar en los personajes como meros inventos del autor , aunque seguramente existieron de verdad personas que lucharon y defendieron lo que era justo, pero que nunca tendrán nombres propios a oídos de la sociedad actual.

Sobre otros datos más prácticos, comentaros que el libro tiene 1016 páginas que se dividen en tres partes y estas a su vez en distintos capítulos. Hay bastante diálogo, aunque también hay partes narrativas bastante largas y, en ocasiones, algo densas. Sin ser una lectura difícil, requiere un mínimo de concentración para poder hacernos una idea de lo que ocurre en cada momento sin perder el hilo .

Mi recomendación

El libro me ha entusiasmado , a pesar de estar medicándome y muchos días no haber podido dedicarle todo el tiempo que me gustaría a su lectura, me lo he leído con rapidez porque me ha parecido todo un “page turner”, con una historia bien contada que no pierde en ningún momento el interés (cosa difícil en un libro de tal extensión) , con unos personajes perfectamente retratados y posicionados según su clase social, mostrando al lector el desequilibrio económico y social tan profundo en cada sociedad que se nos narra.

Recomendado si os gusta Ken Follett, si además queréis aprender un poquito más sobre la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de un modo más ameno, el libro es perfecto.

En cuanto pueda me pongo con la segunda parte.

Gracias por leerme.

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