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El asedio


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Comenzaré explicando que Arturo Pérez Reverte es sin duda uno de mis escritores contemporáneos favoritos, no en vano he leído prácticamente todas las novelas que ha publicado hasta la fecha y siempre les he encontrado un algo especial. Sobretodo valoro su estilo de narración y la forma en que escribe, que siempre me ha cautivado, ese realismo que sabe plasmar en sus narraciones y la profundidad con la que dota a sus personajes, creando algunos realmente memorables y sobretodo su buen hacer y el oficio que revelan todas sus novelas. Pero vamos al tajo con “El asedio”, su última novela hasta la fecha.

Argumento

Cádiz 1811, es una ciudad asediada por el Ejército Imperial de Napoleón tras la invasión de España y la proclamación de Jose I Bonaparte como rey de España, en la que las Cortes están discutiendo el contenido de una nueva Constitución, la que posteriormente se conocería como “La Pepa” y que busca darle más poder al pueblo y acabar con el modelo absolutista imperante hasta la fecha.

Dentro de los muros de la ciudad, constantemente bombardeada por los franceses, la vida sigue de forma más o menos normal, los comerciantes continúan con sus negocios, los refugiados habitan donde pueden, las clases más humildes aceptan con fatalidad las penurias que la guerra les impone y los diputados de las Cortes siguen discutiendo sobre la nueva Constitución y el delicado equilibrio con los aliados ingleses. Mientras al otro lado, los franceses mantienen un asedio imposible, pues no consiguen más que colocar algunas bombas dentro del recinto de la ciudad con efectos poco perceptibles, mientras los gaditanos y refugiados reciben comida y pertrechos por mar, tanto es así que viven mejor los asediados que los asediantes, que se encuentran en tierra hostil, con líneas de comunicación precarias, pocos suministros y una población civil que los ve como invasores.

Rogelio Tizón es un maduro comisario en Cádiz y se halla desconcertado tras descubrir a varias jóvenes brutalmente asesinadas a latigazos en diversos lugares de la ciudad, es tal el salvajismo y el aparente sinsentido de tal atrocidad que Tizón no es capaz de encontrar ninguna pista, únicamente que los asesinatos se producen en los lugares en los que han caído bombas francesas. El comisario se siente impotente, por lo que pronto comienza a obsesionarse con la búsqueda del asesino, comentando sus inquietudes con su amigo Hipólito Barrull, contrincante de sus partidas de ajedrez.

También es gaditana, Lolita Palma, la joven propietaria de una casa comercial rica de la ciudad, que tras la muerte de su padre y de su hermano varón ha tenido que tomar las riendas del negocio familiar, como parte de sus negocios decide armar en sociedad con un antiguo amigo de su difunto padre un barco corsario del que es capitán un tal Pepe Lobo, un marino experimentado con pasado algo turbio por el que pronto se siente atraído. Vive además dentro de los muros gaditanos Gregorio Fumagal un meticuloso taxidermista que trabaja como espía para los franceses por convicción y por comulgar con los ideales revolucionarios del país vecino. Del bando español, también conocemos la historia de Felipe Mojarra, salinero de las inmediaciones de Cádiz que sirve como irregular en el Ejército Español y que se gana la vida como puede, enfrentado a una guerra sucia y sin cuartel contra los franceses.

Del lado francés, conocemos al capitán Simon Desfosseux, profesor de física de profesión y obligado por sus conocimientos a servir como artillero en el Ejército Imperial, siendo su único interés el ser capaz de predecir donde caerán sus proyectiles y lograr el máximo alcance, indiferente a la guerra, sus razones y su final. Su vida se resume en una miserable existencia encuadrada en cálculos y elucubraciones de cómo mejorar las técnicas de bombardeo, maravillado de los precisos informes que recibe desde la ciudad sobre el lugar de impacto y los daños causados por las bombas, autoría de Fumagal, al que Desfosseux no conoce y se pregunta cuál puede ser su motivación.

Personajes

Únicamente comentaré los personajes, que a mi entender son los principales, pues ante todo, “El Asedio” es una novela repleta de personajes, tremendamente distintos entre sí.

Rogelio Tizón, comisario de Barrios, Vagos y Transeúntes, un hombre maduro, pragmático como pocos, algo taimado y al que poco importa quién gobierne, pues sea quien sea, siempre necesitará de los servicios de hombres como él. Un hombre endurecido por más de treinta años de profesión, conocido en todo Cádiz por ser un sujeto peligroso y que se mueve a sus anchas por la ciudad, consciente del poder que ostenta y aceptando algún que otro soborno para agilizar un trámite o hacer la vista gorda en algún pequeño delito. Se conoce a sí mismo, no se trata de un hombre de una inteligencia superior, pero es astuto y sabe cómo jugar sus cartas, vive traumatizado por la muerte de su hija cuando era niña y por una mujer que se muestra ausente, como culpándole de la desaparición de su niña.

Lolita Palma, una mujer en la treintena que pertenece a la clase de comerciantes gaditana que ha recibido una excelente formación académica y ha tenido que hacerse cargo del negocio familiar. Es una mujer, inteligente, atractiva, con unas maneras y un gusto impecable con afición a la botánica y que vive inmersa en el devenir de los negocios de su familia, sufriendo, como todos sus colegas, por las inclemencias de la guerra, la rebeldía de las provincias de ultramar, la competencia desleal inglesa y los impuestos abusivos promulgados por la Regencia para sufragar una guerra que va de desastre en desastre para los españoles. En su vida no hay espacio para el amor, pues sus responsabilidades comerciales y el cuidado de una madre enferma, no han dado lugar a ello, hasta que conoce a Pepe Lobo, por el que pronto siente una irrefrenable atracción.

Pepe Lobo, capitán de barco, que tras las penurias de la guerra se ve obligado a trabajar como corsario para Lolita Palma y un asociado. Es un hombre de unos cuarenta y tantos, atractivo, hecho a la mar, pues no en vano, lleva más de treinta años embarcado tras tener que buscarse la vida en su ciudad natal de La Habana. No ama el mar, simplemente lo ve como un medio de vida, es audaz, calculador y uno de esos capitanes que siempre mantienen la cabeza fría en las peores situaciones y sabe ganarse el respeto de su tripulación. La vida le ha enseñado que palabras como el honor están vacías, pues al final, sólo pueden permitírselo aquellos que han nacido en el seno de una familia distinguida. Consciente de que su profesión es muy peligrosa, no duda en vivir la vida, pero con mesura, esperando un futuro que le permita alejarse del mar y que no termina de llegar.

Gregorio Fumagal, taxidermista gaditano y espía para los franceses. Se trata de un hombre extremadamente meticuloso, al que su profesión ha enseñado a ser paciente y preciso, pues de lo contrario una de sus obras puede verse malograda. Vive sólo, enfrascado en su trabajo y obsesionado por la pulcritud en todo, desde sus animales disecados, hasta su forma de vivir y vestir. Trabaja para los franceses, no por dinero, si no por convicción, pues admira las ideas revolucionarias francesas y desea que lo mismo suceda en España, una tierra que ama y a la vez desprecia por no ser capaz de abrazar las ideas liberales. Siente cierto desprecio por muchos de sus conciudadanos que viven ajenos a la guerra y a lo que él ve que claramente representa, el choque de dos concepciones de Estado, la monárquica y la revolucionaria.

Felipe Mojarra, salinero de oficio y actualmente soldado irregular español. La guerra ha hecho impracticable su oficio, por lo que se alistó y pelea en las salinas que tan bien conoce. No es un hombre especialmente listo, se trata de un hombre humilde, con apenas educación, que lucha por llevar a su familia adelante, sin ser consciente de porqué lucha, pues acepta el orden establecido sin cuestionarse el porqué. Es algo rudo, corto de miras y bregado en numerosas escaramuzas, un hombre sencillo, que únicamente hace lo que tiene que hacer para sobrevivir en el mundo en el que le ha tocado vivir.

Simón Desfosseux, capitán de artillería del Ejército Imperial. Un hombre práctico, arrancado de su plácida existencia como profesor de física para servir como artillero. Ha aceptado su situación y se evade de su triste realidad, lejos de su tierra y de su familia, de la que apenas recibe noticias, volcándose plenamente en la vertiente más teórica de su trabajo, con cálculos incesantes y viendo la ciudad de Cádiz como únicamente el extremo de las parábolas de tiro de sus disparos. Se trata de un hombre inteligente, sencillo, sin aspiraciones más allá de lograr que sus bombas caigan en el lugar que él haya designado y ante todo resignado a su suerte.

Opinión personal

Pues bien, muy a mi pesar, debo empezar diciendo que “El Asedio” no ha conseguido convencerme del todo, creo que le falta algo. Sin duda nos encontramos con un Pérez Reverte en estado puro, con una prosa cautivadora, un gran oficio como escritor, buen narrador de historias, perfecto conocedor del tema sobre el que trata (impresionante como siempre el detalle que se adivina en la documentación para ambientar la historia), un uso del lenguaje envidiable y gran definidor de personajes. Se trata de un libro largo, 736 páginas, con muchas historias paralelas, que, poco a poco y en mayor o menor grado van confluyendo, con el consecuente elevado número de personajes, quizás para mi, su principal defecto, puesto que no ahonda en ninguna de las tramas, ni de los personajes. Pero vayamos por partes.

En cuanto a la historia, como ya os he comentado son muchas y variadas. La investigación del comisario Tizón que se enfrenta a un asesino con unas motivaciones que no logra entender y que comete crímenes tan atroces que incluso a los veteranos hacen revolvérseles las tripas. La vida de Lolita Palma, perteneciente a la aristocracia comercial gaditana que ve como la guerra y los nuevos tiempos pueden acabar con su modo de vida, que ante la irrupción de Pepe Lobo en su vida, se ve impelida a una historia de amor imposible, con alguien ajeno a su clase y condición, historia, que sinceramente debo definir como algo descafeinada. La existencia de Felipe Mojarra, perteneciente al pueblo llano y sin cultura, que únicamente ve la guerra como algo inevitable a lo que hay que adaptarse, resignándose o morir, o la de Gregorio Fumagal, liberal que ansía una revolución en España como la francesa. Como historias marginales, pero no por ello, menos importantes, nos va describiendo cuál es la situación en las provincias americanas, algunas en rebeldía abierta y cómo se acerca el principio del fin del otrora todopoderoso Imperio Español. No olvida tampoco la realidad de los franceses, soldados lejos de su patria, en tierra hostil, con una población dispuesta a asesinarlos cruelmente cuando bajan la guardia, que se preguntan realmente qué es lo que hacen allí y que tampoco muestran demasiados escrúpulos en su trato con la población civil, saqueando, violando y tomando todo aquello que se les antoja.

Quizás uno de los elementos que no me ha acabado de satisfacer es el papel confuso que tiene la investigación de los asesinatos en toda la trama del libro, pues pese a desarrollarse a lo largo de toda la novela, no me da la sensación de ser uno de los ejes centrales de la historia y dado que se intercalan todas las diferentes tramas, resulta algo inconexa. Me queda la sensación de que la historia habría funcionado perfectamente sin tal investigación, sensación que me asalta cuando analizo cada historia por separado. Lo que refuerza mi sensación de que las historias no son más que una excusa para mostrarnos un abanico mayor de personajes, de muy distintos estamentos sociales y condiciones, de cómo sus vidas se ven afectadas por el tiempo que les ha tocado vivir, de forma que nos hagamos una idea de conjunto lo más amplia y completa posible de la visión del autor de ese periodo histórico y de ese lugar en particular que es la ciudad de Cádiz.

De esta forma, se nos muestra como la clase comercial gaditana ve llegar su ocaso con el previsible final de su monopolio comercial con los puertos americanos, como al pueblo llano, poco o nada instruido, no le preocupa excesivamente su situación y ha sido empujado a odiar a los invasores, como los afrancesados, ven en la invasión francesa una oportunidad de acabar con el antiguo orden y abrazar las nuevas ideas revolucionarias y como, dentro de los diputados de las Cortes, se distinguen los conservadores, partidarios del rey desaparecido y los liberales, que creen en la soberanía del pueblo, los representantes de la España peninsular y los de las provincias de ultramar, que buscan una mayor autonomía y menor dependencia de la metrópoli. Por parte de los franceses, las experiencias de Desfosseux, que tiene que responder ante unos superiores a los que sólo parece preocuparles lograr ascensos y riquezas, congraciándose con sus superiores y las doctrinas dictadas por el mismo Napoleón, nos muestra la visión de los soldados franceses atrapados en un país extranjero, temiendo por su vida cuando no están en sus cuarteles, siempre desconfiando de los que ellos llaman despectivamente los manolos. El conjunto de todas estas visiones nos dibuja un fresco muy vívido de lo que pudo ser esa época convulsa de la historia de España, que pudo significar un giro de trescientos sesenta grados en la manera de entender el Estado y los derechos de los ciudadanos, pero que finalmente se desaprovechó.

A través de todas estas historias tan variadas, el autor nos narra la vida de un Cádiz, que pese a las bombas francesas y las noticias desastrosas que llegan de la guerra, sigue viviendo a su ritmo, sin verse alterado más allá de lo imprescindible, intentando sacar el máximo provecho de la situación y, pese a estar en primera línea del frente, viviendo de espaldas a esa guerra, más preocupados sus ciudadanos por sus propios intereses, que por el propio devenir de la guerra. Tiene también un papel secundario, pero notable, el proceso de elaboración de la Constitución y el ambiente que se respiraba en las Cortes de Cádiz, como, con un rey ausente prisionero de los franceses, se intenta acabar con el absolutismo y lograr la soberanía nacional a través de la proclamación de una monarquía constitucional, en palabras de la propia novela narra la historia de “Una España que pudo ser y no fue.” A través de la forma en que se nos narra todo el proceso, se nos da a entender el porqué esta corriente más moderna encontró un caldo de cultivo precisamente en Cádiz, una ciudad que se nos muestra como más cosmopolita, algo más abierta a las influencias extranjeras, todo ello por ser uno de los grandes centros comerciales de la época.

Es indudable la calidad de este libro como novela histórica, pues el propio trasfondo histórico es sin duda imprescindible para entender lo que se narra y uno de los ejes principales de la historia, si no el principal, es en todo caso, sin duda alguna, la argamasa que mantiene unidas las diferentes tramas que constituyen la narración. Impecable el trabajo de Pérez Reverte, al que se le nota la preparación previa antes de escribir, como es habitual en él, pues es capaz de mediante el tapiz que teje con las diferentes historias, de transmitirnos de una manera tremendamente vívida la atmósfera que reinaba en el Cádiz bajo el asedio francés, las tensiones existentes entre la España más tradicional, que tras siglos de prevalencia lucha por mantener las cosas como están y un pequeño grupo de idealistas que trabajan para que esa España anclada en el pasado, evoluciones hacia una sociedad moderna. Todo ello, siempre visto desde el punto de vista extremadamente crítico que el autor nos muestra cuando sitúa sus novelas en la historia de España, desmitificando siempre la visión de la poderosa España, el imperio donde nunca se ponía el Sol.

Tratándose de Pérez Reverte, los personajes tienen una gran importancia y pese a que nos los presente en un gran número y alternando sus historias, consigue en todo momento que los identifiquemos sin dificultad, dotando a cada uno de ellos con una personalidad propia e inequívoca. Quizás una de las cosas que menos me ha gustado es el echar en falta uno de los arquetipos de personaje protagonista que el autor tan bien nos describe y nos sabe transmitir: la del antihéroe, presente en muchas de sus novelas, desde el gran capitán Alatriste, al Faulques pintor de batallas, al Coy de “La Carta Esférica” o a la Teresa de “La Reina del Sur”, personajes que sin duda borda y que, debo reconocer, siempre me han resultado tremendamente sugerentes. En “El Asedio” ese tipo de personaje podría estar representado hasta cierto punto por Pepe Lobo, pero tampoco se ahonda demasiado en su historia, en el porqué es el hombre en el que se ha convertido, únicamente se nos presenta tal cual es en el momento en que se narra la historia. Es ésa, precisamente la sensación que no he podido sacudirme mientras leía el libro, sí, los personajes están muy bien perfilados, son creíbles, únicos y dotados de gran profundidad, pero he echado en falta el acabar de conocerlos un poco más, pues no he conseguido identificarme demasiado con ellos, ya que se nos muestran tal como son, se nos da unas pinceladas de cómo han llegado a ser quienes son, pero no demasiado de las vivencias que les han llevado hasta ese punto de sus vidas.

Además de los personajes que ya os he descrito, aparecen muchos más y muy interesantes, como, por sólo nombrar algunos, Ricardo Maraña, segundo oficial de Pepe Lobo, enfermo terminal de tuberculosis, hijo de buena familia y que se sabe condenado a morir, al que poco importa ni el cuándo, ni el dónde, ni el cómo, pues al no tener miedo a la muerte, vive la vida al máximo, aceptando todo tipo de riesgos innecesarios o Hipólito Barrull, compañero de partidas de ajedrez de Tizón con el que le une una extraña amistad, o el teniente Bertoldi, ayudante del capitán Desfosseux que resignado se dedica a hacer su trabajo y traba una especie de amistad con su superior, o el capitán de ingenieros Lorenzo Virués, orgulloso oficial español, pretendiente de Lolita Palma que tiene una cuenta pendiente con Pepe Lobo, al que detesta. El autor utiliza estos secundarios hábilmente para trazar todavía con más detalle el trasfondo sobre el que transcurre la historia, dotándoles también de personalidad propia, con gran oficio, pues algunos de ellos son puros arquetipos, que la pluma de Reverte transforma en secundarios de lujo con muchísimo acierto, disfrazando su condición y haciéndolos parecer únicos y diferentes.

Como no podía ser de otra manera, más teniendo en cuenta el lugar en el que se desarrolla la acción, el Mar tiene un gran protagonismo, no en vano su autor siente una evidente fascinación por él, convirtiéndose en otro personaje secundario más, no en vano, es el lugar en el que Pepe Lobo se gana la vida, lo que ha hecho de él el hombre que es y gracias al que la ciudad resiste todavía el asedio. Pérez Reverte utiliza todo tipo de lenguaje marinero con soltura, pero sin excesivas florituras, únicamente para dar verosimilitud a las escenas que tiene lugar en alta mar. De forma similar, la propia ciudad es un personaje más, pues se nos remarca muy claramente como su trazado y geografía, su situación y el carácter de sus gentes, influyen en todo lo que sucede a lo largo de la novela.

Mención especial hay que dar a la leve aparición del tema fantástico en la novela, de cómo el comisario Tizón empieza a sospechar que hay algo extraño en el patrón de los asesinatos de las jóvenes, pues está convencido de que su autor no está guiado por el mero azar, pero le atribuye capacidades o sensibilidades más allá de la razón y de las posibilidades de la ciencia del momento. Se aprovecha en esos momentos de la narración la oportunidad para introducir referencias a libros y manuales científicos o pseudo-científicos de la época, en los que el comisario busca encontrar alguna pista para dar con su terrible asesino.

Del título de la novela “El Asedio”, cabe extraer muchas conclusiones, pues a parte de ser evidente que Cádiz sufre el asedio de los franceses, surge la duda de quiénes son los asediados, los gaditanos o el ejército francés que los acosa, aislado en sus campamentos en medio de tierra hostil. También puede llevar a la reflexión, de lo que acontecía en la ciudad gaditana en esa época que no era más que un intento de demoler o asediar, mediante al redacción de una nueva Constitución, el orden establecido y que durante siglos muy pocos se habían planteado.

Lástima pues, que con tantos puntos a favor, me haya decepcionado un poco el libro, pues la abundancia de historias, ha provocado que no consiguiese terminar de meterme tanto en la historia, pues con su lectura, me han asaltado sensaciones muy similares a las que sentí leyendo su anterior novela “Un Día de Cólera”, una sensación como de una narración algo forzada e inconexa. Es cierto que en “El Asedio”, tras su lectura y la perspectiva que da la reflexión posterior, me doy cuenta de que, en este caso, quizás el autor no se ha centrado tanto en las historias, como suele en otras de sus novelas, creando personajes memorables o historias realmente profundas, si no que en este caso las historias son el vehículo que utiliza para transmitirnos su visión de lo que fue una época que podría haber representado un cambio en la historia de España, lo que muchos consideran como una oportunidad desaprovechada para conducirla hacia la modernidad, que sin duda, habría cambiado mucho la historia reciente del país. Es en este sentido, en la voluntad del autor de mostrarnos más su visión de momentos particulares de la Historia y no tanto en narrarnos una historia, en la que sus dos última novelas tienen más puntos en común, dejando en un plano algo más secundario la acción y el entretenimiento.

Sin duda se trata de una novela realmente compleja, por la cantidad de historias que nos cuenta y el número ingente de personajes nos presenta, que en manos de otro escritor que no fuese Pérez Reverte, hubiese tenido un resultado mucho menos airoso y mucho más confuso. Muchas opiniones he leído y escuchado sobre este autor, pues a muchos no les gusta, ni su forma de escribir, ni el mensaje crítico que se destila de muchos de sus escritos, eso sí, creo que , preferencias a un lado, es indiscutible que es un gran escritor, con gran capacidad para narrar historias y sumergirnos en el momento y lugar en el que ambienta sus historias. Una novela digna de la bibliografía de este escritor que tan bien ha sabido plasmar en algunas de sus obras la historia de España y que en este caso nos muestra a la perfección su visión de un momento tan convulso.

Para terminar, únicamente añadir, que pese a que mi no me haya acabado de convencer esta novela, se trata de un gran libro, con un Pérez Reverte al que siempre es un placer leer, pero que en mi caso, desgraciadamente, no ha conseguido acabar de engancharme, es por eso que y siempre desde mi punto de vista puramente personal, no puedo calificar este libro como perfecto, si bien, escribiendo esta opinión me he dado cuenta de que me ha gustado mucho más de lo que pensaba, aunque me haya costado lo mío terminarlo. Es por eso, que pese a que no me ha acabado de gustar, reconozco su calidad y he decidido valorarla con cuatro estrellas sobre cinco y os recomiendo a todos aquellos que os gusta leer un libro bien escrito, que le deis una oportunidad y espero que os guste más que a mi.

Muchas gracias.


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Categorías Thriller

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